GIESA UN PATRIMONIO DE MONTEMOLÍN EN PELIGRO II: MIGUEL ÁNGEL NAVARRO Y LA FÁBRICA. EL TRIUNFO DE LO SENCILLO.

La fábrica se construyó entre 1942 y 1945, proyectada por Miguel Ángel Navarro (1883-1956),
hijo de también arquitecto Felix Navarro que a su vez había sido el creador del Palacio de
Larrrinaga en 1901. La parcelación y proximidad del palacio encargada por Guiral le recordaría
cuando acompañara de joven a su padre por Montemolín, seguramente haciendo sus primeros
escarceos en la arquitectura.
Navarro era un arquitecto avezado, con una buena formación, culto y atrevido que vivió las
grandes corrientes artísticas de la era industrial. De su mano se diseñaron trabajos que
modificaron el urbanismo de Zaragoza, ciudad en donde llegó a ser primer teniente de alcalde:
(cubrimiento del río Huerva, planificó el parque del Cabezo (puente y base del monumento del
Batallador). Coqueteó con varios estilos arquitectónicos que han dejado huella en edificios
emblemáticos de nuestra ciudad, entre otros, la casa Solans, el mercado de pescados, o el
grupo escolar Joaquín Costa. Por su diversidad no se le puede definir como un arquitecto de un
solo estilo, fue capaz de trabajar el modernismo, el eclecticismo o el racionalismo. Podemos
afirmar que Miguel Angel Navarro ha sido uno de los grandísimos arquitectos que ha tenido
Zaragoza.
El racionalismo, como su nombre indica, buscaba una arquitectura basada en la razón, en
líneas simples y con formas sencillas, en donde los volúmenes geométricos se adaptaban a las
necesidades funcionales del edificio o construcción. Se puede calificar la GIESA como un
edificio de estilo racionalista, aunque sea de los últimos edificios de estas características en
Zaragoza, (algunos historiadores del arte llaman a este uso tardío “Neorracionalismo”).
Los terrenos destinados a albergar la fábrica de la GIESA ocupaban la zona central urbanizada
de Villa Asunción, junto al palacio de Larrinaga. Navarro, entendía la como un todo, una
estructura con vida donde la piel era sus fachadas y sus órganos vitales estaban en su interior,
perfectamente calibrados y organizados, pensando en el éxito, el espacio preveía el
crecimiento futuro.
Junto a la misma carretera del Bajo Aragón, en el kilómetro 2, reservó unos buenos terrenos
sin edificar ubicando el espacio fabril por detrás de éstos. La fachada se extendía en una nueva
calle paralela a la carretera, (actual San Joaquín), proyectando dos nuevas calles que cerraban
sus laterales; por la parte trasera o norte, su límite era la acequia la Filla que también fue
usada como vertedero.
El complejo industrial se concibió en dos zonas: un edificio principal con naves industriales
integradas en donde se realizaría el montaje y ensayo de los ascensores, y con una zona
trasera en donde se encontraban varios edificios y estructuras con diversa función de
almacenaje , carpintería, metalurgia de piezas sueltas y de servicios a la producción . El
terreno elegido para la ubicación de la factoría estaba seccionado por el talud de la terraza del
Ebro, este desnivel favoreció que en su ala izquierda se construyera el edificio con más pisos ya
que arrancaba bastantes metros por debajo del nivel de la fachada principal, unido a esta ala
se levantó un edificio anexo junto con un gran foso, era la cota más baja de la fábrica, con el
paso de los años esta zona se fue colmatado aunque sin llegar al nivel de la calle principal
(actual San Joaquín).
Navarro aportó detalles que lo hicieron una auténtica obra patrimonial y original para la
ciudad de Zaragoza: el edificio principal lo dividió en tres zonas en forma de “U”, y en el
interior de esta estructura se construyeron las naves industriales creando un gran rectángulo
fabril. En esta arquitectura aplicó importantes novedades constructivas: el arquitecto
combinaba el hormigón en bloques sobre estructuras de hormigón armado, (esta técnica era
novedosa en la construcción de grandes edificios en España, aunque Navarro ya la había
utilizado en el puente del parque del cabezo); también adaptó las naves de una manera
original y creativa al uso específico de la producción de ascensores, insertó un gran puente-
grúa en una nave que facilitaba el desplazamiento de grandes materiales dentro del recinto,
las vías del tren eran capaces de penetrar hasta el mismo corazón de la fábrica, las cubiertas
de las naves se realizaron con un innovador sistema de viguetas, tirantes y correas que
ganaban en limpieza, ventilación y altura. Por último, destacar que los tejados del complejo
industrial combinaban planchas metálicas de las naves con la teja tradicional del principal
edificio.
La fábrica se ubica orientada hacia el sur para aprovechar la luz, esta circunstancia es
aprovechada especialmente en el edificio principal. A la sobria decoración racionalista de la
GIESA, Navarro da un toque decorativo con amplios y reiterados ventanales, todos
enmarcados en ladrillo, a su vez, el arquitecto, aporta elementos que recuerda el viejo arte de
los palacios renacentistas aragoneses: el detalle decorativo de los ladrillos anteriormente
citados, la reiteración de ventanales bajo el tejado que nos recuerda las galerías de arquillos ,
una gran portada monumental en arco de medio punto profusamente decorada con
elementos metálicos, el uso de las tejas árabes, o una torre de seis pisos en la esquina de la
fabrica que rompe verticalmente la estructura cubica del conjunto industrial racionalista,
todos estas decoraciones y materiales dan un aire muy personal al edificio.
Por último la modernidad de Guiral en la concepción de la fábrica, la aplicó Navarro en incluir
en sus instalaciones elementos ajenos a la producción de ascensores: salas para exposiciones
y juntas (con preciosas decoraciones en sus techos), salas para conferencias y de formación
(además con una escuela de aprendices), campos deportivos, economato, servicios sanitarios
(de ambos sexos) y viviendas para encargados y vigilante.
Un saludo montemolineros y montemolineras.
Adjunto el link del artículo que se publicó en 1944 en la Revista Nacional de Arquitectura sobre
la original fábrica:
http://www.coam.org/media/Default%20Files/fundacion/biblioteca/revista-arquitectura-
100/1941-1946/docs/revista-articulos/revista-nacional-arquitectura-1944-n30-pag225-230.pdf
José Ignacio Sauca Modrego
Vicepresidente de la AV Larrinaga de Montemolin