
GIESA UN PATRIMONIO DE MONTEMOLÍN EN PELIGRO III: UNA OPORTUNIDAD PARA EL BARRIO

Además de su aportación al patrimonio artístico e industrial de Zaragoza, la GIESA tiene un
valor añadido desde el punto de vista histórico y social que de una u otra manera afectó al
barrio y a nuestra ciudad. La empresa tuvo un importante patronato: “la hermandad de San
Joaquín de Previsión Social de los trabajadores de GIESA”, que realizó una importante labor en
su plantilla de ayudas y servicios para sus empleados y familias, por otro lado, había una
innovadora comisión permanente de Seguridad e Higiene para los trabajadores. La GIESA dio
trabajo a la mujer desde épocas tempranas, aunque minoritariamente, se encontraban en
distintas áreas de la producción y con distintas responsabilidades. El amplio volumen de
trabajadores, (durante muchos años fue una de las empresas con más trabajadores de
Aragón), y como tal, albergó un importante movimiento obrero comunista y de Comisiones
Obreras desde los años cincuenta del siglo XX. Por último, las repercusiones posteriores de la
existencia de la fábrica en el barrio, provocó que ese amplio número de trabajadores de la
empresa hizo que la línea del tranvía nº 1, (del Bajo Aragón), tuviera una importante
capacidad de transporte que beneficiaría al barrio, a su vez, la GIESA realizó un importante
efecto llamada a otras empresas que poblaron un potente barrio industrial hasta finales del
siglo XX.
El grave problema que tuvo el racionalismo es que fue convertido posteriormente en una
arquitectura de consumo, sus planteamientos de austeridad, belleza, simpleza, derivó en que
muchos edificios de la España del desarrollismo franquista asumieran estas teorías matando su
origen, las calles están llenas de los hijos del racionalismo, muchas casas llenas de ventanas en
sus fachadas sin más, paredes limpias anodinas, pisos en bloques geométricos unidos con una
sensación de continuidad hacia la nada, han poblado las calles de los barrios populares de
Zaragoza. Por esto es fácil que cuando miramos la GIESA, no vemos un edificio pionero en la
arquitectura industrial y en la belleza racionalista, vemos una fábrica anodina como otros
muchos edificios de la ciudad, sin sentido y sin valor artístico. Con su deterioro se ve normal
su desmantelamiento porque no apreciamos lo que supone para nuestro Patrimonio, ser una
de las primeras arquitecturas industriales de Zaragoza y España cuyo proyecto se logró
completar y que todavía se conserva casi intacta.
En una sociedad de consumo, es muy difícil apreciar lo sencillo y bello sin más; acostumbrados
a valorar lo exuberante y recargado en todos los sentidos, se nos mete por los ojos lo
recargado o estrafalario para consumir porque lo simple no vende. En este sentido, la GIESA,
pone un grito en el cielo de Montemolín que nos recuerda la importancia de lo apropiado, de
las líneas simples o de la originalidad sin extravagancias. La belleza de lo sencillo.
El éxito de esta construcción es hoy su condena, una de las premisas de la fabrica que Navarro
tenía claro era su utilidad industrial para fabricar ascensores, la disposición de la fabrica (hacia
el sur para aprovechar la luz), las diversas funciones del edificio principal y de sus naves en la
producción o el aprovechamiento de los niveles del terreno, entre otras características
arquitectónicas, provocaron un robusto edificio que perduró muchos años en pleno
rendimiento,. Pero quedaba casi más de dos tercios del terreno de instalaciones anexas al
edifico principal, de el almacenaje y manipulación de los materiales, que perdieron valor al
salir la fábrica fuera del barrio.
Con la urbanización parcial del ayuntamiento y la cesión de los terrenos al consistorio, (2004),
se arrasaron y nivelaron toda esa parte trasera de la fábrica llena de vetustos edificios e
instalaciones aisladas sin sentido. Hoy se emplazan preciosas casas y andadores de un nuevo
Montemolín moderno y acogedor, pero no hay que equivocarse, la utilidad que impera hoy en
día en nuestra sociedad cuestiona hasta el mismo edificio protegido amenazado por intereses
especulativos. No se puede destruir lo que se catalogó y protegió que ha sido abandonado por
la desidia de los políticos municipales desde hace casi dos décadas.
Es una aberración que se intente distinguir, dentro de la zona protegida, las naves industrales
interiores del edificio principal, todo es importante porque todo es una unidad. Los tejados de
las naves poco a poco amenazan ruina, algún muro y pilar se agrieta, la suciedad ha ido
ganando su espacio. Es importante mantener, (que no arrasar), su original estructura, por
supuesto hay que evitar el peligro, limpiar el amianto, conservar , eliminar e higienizar
semejante espacio, queremos que se realice pronto una intervención municipal en este
sentido que arregle estos problemas, pero hoy todo está cambiando.
Con una atrevida ignorancia o intencionalidad, se han metido palas y se ha comenzado a
destruir las naves interiores del edificio catalogado. ¿Para qué destruir el corazón de un
espacio que no sabemos su futura utilidad? Es el momento de tomar la palabra los vecinos y
decidir qué queremos, trabajar un plan director de servicios con las administraciones sobre la
GIESA, ya que semejante espacio municipal trasciende a nuestro barrio. Hemos de tener en
cuenta que es un nuevo reto que configurara Montemolín, como lo fue, la estación de Kappa
(después Plaza Utrillas), o el antiguo Matadero (Junta Municipal de las Fuentes), es una
segunda oportunidad a los ciudadanos zaragozanos que se nos da con la GIESA para disfrutar
de estos espacios industriales.
Un saludo montemolineros y montemolineras.
José Ignacio Sauca Modrego
Vicepresidente de la AV Larrinaga-Montemolin