Charla en la Parroquia de los Dolores.
10 de Septiembre de 2025-
ENTENDER UNA ADVOCACIÓN MARIANA
Conocer la relación que existe en el barrio de Montemolín con la advocación de la Virgen de los
Dolores es entender nuestro patrimonio religioso, espiritual y familiar, que muchos vecinos del
barrio han mantenido hasta nuestros días. Fue una iniciativa popular de los montemolineros en 1920
la que acogió esta adoración, fue conservada por la sociedad civil, y que hoy en día se sigue
celebrando a pesar de los vaivenes de la Historia
La adoración a la Virgen de los Dolores
La adoración a la madre de Jesús de Nazaret es tan antigua como el mismo cristianismo. Durante
siglos esta veneración se concretaba en imágenes de María en sus múltiples advocaciones que eran
contemplativas y protectoras, normalmente con poca expresión y dramatismo. Todo esto acabó en el
siglo XVII. En concreto la Virgen de los Dolores como protagonista singular y de culto nace en Florencia con una nueva Congregación que se denominarán “Siervos de María”, conocidos popularmente como
“Servitas”. El culto a la Virgen de los Dolores lo celebrarán en el calendario litúrgico en los
días reservados a esta advocación que en ese momento eran los “Viernes de Dolores” en las Semanas
Santas, y la Asunción de la Virgen en el mes de agosto. Pronto la Congregación señalará un día
propio, fuera de los anteriores compartidos con el resto de los fieles cristianos, elegirán el 15
de septiembre ya que lo unirán a la celebración del Santo Cristo con la Cruz a Cuestas del 14 de
septiembre, (fecha del calendario del rescate de la Vera Cruz a los persas en Jerusalén), de este
modo unían la muerte de Jesús con el dolor que sufre una madre.
La Contrarreforma protestante y las guerras de Religión en el siglo XVI y XVII supusieron un
radical cambio en la Europa católica. Los protestantes negaban la adoración a la Virgen, a los
Santos y a la doctrina de la Iglesia Católica, como reacción a estas afirmaciones el mundo católico
fue más radical en la defensa de su tradición y de estas veneraciones. Las imágenes de vírgenes y
santos fueron más teatrales, dinámicas y expresivas, se trataba de impresionar a los fieles con su
testimonio visual, se refuerzan las celebraciones con novenas, triduos…, sacan las imágenes en
procesión por las calles, surgen nuevas cofradías de culto o pasión, (no solo gremiales), …entre
otros aspectos.
En España, país católico por excelencia, que financiaba soldados y guerras, y que la devoción al
magisterio de la Iglesia de santos y pensadores era muy importante, supuso un importante
crecimiento de las respuestas anteriores: el Barroco, las procesiones, las ediciones y difusión de
libros religiosos, o el milagro de Emptel de los tercios en Flandes, harán que el culto a la Virgen
sea tan importante como para considerar que España sea un Estado “mariano”.
El Dolor de la Virgen ante el sacrificio de su hijo será asumido como el que los españoles sufrían
en las batallas o en sus propios hogares llenos de miseria. La protección de la Virgen y la
humanización de María eran requeridos por un pueblo lleno de pobreza, las nuevas imágenes barrocas
de la Virgen muestran dolor, lágrimas, desesperanza, corazones atravesados de puñales. Se
generaliza una imagen de la Virgen de los Dolores cercana, humilde y humana a pesar de ser la Madre
de Dios, con la que el pueblo se identificará, adorará y se acogerá.
En Zaragoza, ciudad mariana por excelencia, desde el siglo XVI, aparecen imágenes de la Virgen de
los Dolores en las parroquias, en 1522 nace la Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los
Dolores, aunque era heredera directa de la gremial de los Cereros, cuya calle (Cerería) perdura
hasta nuestros días.
La herencia de la advocación
Tras las distintas manifestaciones de culto y peticiones de cofradías, el Papa Pio VII, reconoce la
celebración de la “Virgen de los Dolores” para los 15 de septiembre en el calendario litúrgico, fue
en 1814 en plenas guerras napoleónicas.
En el culto a la Virgen de los Dolores se centra en un momento de su existencia en el proceso de
vida, (desde su nacimiento a su Ascensión), como hija, mujer y sobre todo madre. Son los dolores
que se recogen en el Evangelio durante siete momentos de su vida como madre, escenificados por un
corazón atravesado por siete puñales: Desde la profecía de Simeón en el templo que se le avisa que
un cuchillo clavará su alma, la huida a Egipto, el Niño perdido en el templo, el encuentro con su
hijo camino del Calvario, la Crucifixión, el Descendimiento, el Entierro. Este culto se le dará importancia al acompañarlo con novenas, septenarios o triduos en torno a esta celebración.
MONTEMOLIN HASTA LA PROCLAMACIÓN DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES COMO PATRONA DEL BARRIO
Un nuevo barrio
Para hablar del barrio de Montemolín como unidad de vecinos en un espacio concreto, hay remontarse
a finales del siglo XIX, años atrás aparece el topónimo en 1857, en el registro de propiedades, y
en una posada que surge al amparo de los trabajos generados en la cercana estación de Cappa (actual
Utrillas).
Conforme se desarrolla el capitalismo agrícola en los campos regados por el Canal, y surjan nuevas
empresas (Tranvías y cocheras), Montemolín crecerá en la zona rural de Miraflores, y en la
carretera del Bajo Aragón y aledaños, una zona diversa que unirá la tradición rural y lo nuevo
urbano. Con poca entidad al ser una zona novel, mantendrá los festivos y celebraciones de sus
capillas y oratorios (San Antonio, San Roque y San Miguel) además de las generales de la ciudad
(San Valero, el Pilar, etc…)
El creciente Montemolín pertenecía a la Parroquia de San Miguel de los Navarros, era la salida
natural del camino del Bajo Aragón, y desde la Edad Media llegaba al Burgo de Ebro. En 1903 se
reorganizan las parroquias segregándose la de la Cartuja, era la consecuencia de una ciudad que
tenía en 1850 unos 30.000 habitantes a los 100.000 de finales de este siglo, aunque cada vez la parroquia se ceñía más a temas religiosos y de la Iglesia, todavía mantenía un importante papel en registros e influencia en los fieles de carácter social (bodas, bautizos, procesiones, calendario festivo, etc…)
Lo cierto es que los nuevos vecinos estaban lejos de su parroquia, especialmente los de las torres
de Miraflores, salvo contadas excepciones se seguían utilizando el oratorio del cementerio de la
Cartuja para los residentes de la zona, y desde su creación en 1882 la Iglesia de las Hermanas de
los Ancianos Desamparados del Camino de San José, aunque tampoco era habitual que estuviera abierta
a los vecinos al ser también un cenobio.
Torre Ramona y Francisco Andrés Oliván
Por detrás del nuevo barrio que se iba edificando, se mantenía las huertas de Miraflores, con
extensas fincas que intentaban sacar rentabilidad y esquivar las crecidas del Ebro, Iban desde el
Rabalete en el alto del camino de San José hasta Cantalobos en Las Fuentes.
Una de la más extensa era la Torre Guallar, que iba desde el camino de la Teja hasta, la acequia de
San José (Las Fuentes), es decir entre la actual María de Aragón y Fray Luis Urbano con Compromiso
de Caspe. La familia Guallar dividió la finca entre los herederos en 1880, y aquí aparece nuestro
protagonista. D. Francisco Andrés Oliván.
Su familia materna provenía de la infanzonía de Aso del Monte en Huesca. Su madre era Josefa Ramona
Oliván Borruel que tuvo siete hermanos más, uno de ellos llegó a ser ministro de la Guerra con la
reina Isabel II.
Al ser la menor y mujer de los ocho herederos, se le adjudicó una dote 1600 duros. Se la envió a
Zaragoza donde conoció y casó al comercial zaragozano D. Bernabé Andrés Caballero, con el que
tuvieron cuatro hijos: José (fallecido joven), Francisco (nuestro protagonista), Joaquín (abogado
público y embajador en Perú) y Antonio (destacado litógrafo con taller propio en la ciudad).
Ninguno tuvo descendencia. De ellos Francisco tendrá una prolija vida. Viajando e invirtiendo en
negocios en Perú, Chile, en las minas de sal, financiando proyectos e inventos que a larga le
hicieron obtener una gran fortuna.
Zaragozano hasta la médula fue un gran filántropo llegando a ser reconocido como “protector de la
ciudad y del hospicio” por la Diputación de Zaragoza en 1901 por sus excelentes donaciones.
En 1885, regresa para estar con su madre en Zaragoza y compra 13 hectáreas de una finca en el
Camino de las Fuentes en el término de Miraflores en el barrio de Montemolín, segregados de una
parte de la finca de Guallart que estaban a la venta. En 1900 fallece su madre, y el inquieto hijo
retoma su vida viajera y cede los terrenos a la Diputación con tres condiciones: Uno que se llamara
Torre Ramona, dos, que se dedicarían exclusivamente a la Beneficencia de los jóvenes y pobres
zaragozanos, y tres, que mientras el viviera, las actuaciones que se realizaran en la zona tuvieran
su permiso.
No había paso un año cuando en 1901, se funda en Torre Ramona un hospicio de niños y un hospital
para pobres. En 1905 se crea una escuela de agricultura para niños pobres administrado por la
Diputación que convivirá con el hospital hasta 1914, modificando la voluntad del donante pues en
lugar del Hospital se crea un manicomio para alienados distinguidos “Nuestra Señora del Pilar” cuyo
costo final no pudo asumir esta institución cediendo su uso al Estado. No obstante, en 1919 se
amplía el colegio con un internado en dos nuevos edificios anexos a la Torre, promovidos por un
joven D. Regino Borobio con una suscripción popular que serán utilizados posteriormente para el
nuevo Reformatorio de la ciudad.
Parecía que el último fin de la Torre Ramona eran las escuelas, cuando en 1918 se cambia la ley de
menores. Hasta entonces los hijos mayores de las reclusas convivían con sus madres en los
presidios, también los jóvenes delincuentes penaban con los adultos en sus cárceles teniendo unas
lamentables condiciones de vida: En Zaragoza existía una asociación presidida por el jurista
Inocencio Jiménez Vicente que denunciaba y apoyaba la reinserción de estos jóvenes, al amparo de la
nueva ley, se propone, con el beneplácito de D. Francisco Andrés Olivan ya anciano y convaleciente
en Chile, la creación de un Reformatorio exclusivamente en Torre Ramona.
Tras estudiar varias propuestas, el Patronato para la protección de menores “Buen Pastor” de los
juzgados y perteneciente al Diputación Provincial, eligen a una orden religiosa de reciente
creación, pero de dilatada experiencia en estos trabajos, son los Capuchinos Terciarios de Nuestra
Señora de los Dolores también conocidos como “amigonianos” por ser Luis amigó su fundador en
Valencia. Bajo la supervisión de un Patronato propio presidido por Carlos Soler y Manuel Lasala, la
nueva Congregación recibiría dinero público, pero debería pagar alquiler para el uso de las
instalaciones con donaciones que eran insuficientes.
De nuevo la solidaridad zaragozana se puso en marcha y en menos de un año, se recogió comida en
conserva, se bordaron mantas y sabanas, se cosieron uniformes y cortinas, se amuebló los comedores
y dormitorios de los dos nuevos edificios en espera de la llegada de los frailes y jóvenes
zaragozanos acogidos.
Capuchinos Terciarios en Torre Ramona.
Cuando los Terciarios Capuchinos llegaron en 1899 a su primera obra social en la abandonada Cartuja
de Ara Christi en El Puig (Valencia), Encontraron entre sus frías y destartaladas estancias,
colgada de una de sus paredes, una litografía en la que aparece la Virgen con el corazón de espinas
y los clavos de los dolores por su Hijo.
Emocionados por este hecho y leyendo en aquel fortuito, pero cálido encuentro, el sentido del dolor
por una familia, de acompañamiento y ayuda, y la voluntad de Jesús que repetía las palabras
pronunciadas desde la Cruz a San Juan: “Ahí tienes a tu madre”. Aquellos primeros Terciarios
Capuchinos acogieron esa imagen como la propia y oficial de su Congregación y al abandonar meses
más tarde la Cartuja, lo único que de ella se llevaron fue, precisamente, aquel cuadro.
A partir de ese momento asumieron su nombre como “Capuchinos Terciarios de la Virgen de los
Dolores” y esta advocación los acompañó en todas sus fundaciones.
La acogida en Montemolín
Llamados por la DPZ, tras varias posibilidades de elegir la gestión del nuevo reformatorio con
diversas instituciones, y a propuesta por el presidente de la Asociación del Buen Pastor D.
Inocencio Jiménez, que ya los conocía en su nueva manera e innovadora manera de educar, los
Terciarios Capuchinos llegaron a Torre Ramona 6 de septiembre de 1921, siendo su Superior el P.
Bernardino María de Godella. (Luego de Alacuás)
Por estas fechas de principios de los años 20, Montemolín estaba de nuevo en expansión, en el
entorno de Miguel Servet desde el puente del Huerva hasta el Camino de la Filla y estación de
Escatrón (Utrillas), se ampliaron las casas de tranvieros y ferroviarios, se renueva la barriada de
Comín con viviendas pequeñas de dos pisos, se urbaniza la calle Cartagena, entre otras
intervenciones que poco a poco iban relevando los solares y fincas por nuevas calles y viviendas.
Desde el punto de vista eclesiástico, el barrio seguía perteneciendo a la Parroquia San Miguel, y
con el oratorio del cementerio de la Cartuja y de la Iglesia de las Hermanas de los ancianos del
camino de San José, es decir lejanía y apenas había atención religiosa, especialmente a los vecinos
más ancianos. Por esto se entenderá la importancia de la llegada de los Capuchinos a Torre Ramona.
A pesar de tener los dos edificios adosados sin estrenar diseñados por un joven Regino Borobio,
Torre Ramona necesitaba adaptarse a su nueva función, se mantienen los talleres y aulas de la
antigua torre, pero se necesitarán adaptar nuevas aulas, dormitorios y salas de la comunidad de
frailes, recordamos la respuesta de los vecinos de Zaragoza para amueblar, donar alimentos en
conserva, telas y sábanas zurcidas con el anagrama de la Congregación. Pero faltaba un elemento
primordial para la nueva institución, era una capilla más grande que pudiera albergar las
celebraciones y actos religiosos de los residentes de la institución, en total para unas cien
plazas. De nuevo Regino Borobio, se puso manos a la obra y la amplió en la zona noroeste de la
torre que estaba totalmente adherida a la vieja Torre. Se entregaría un año después.
La llegada de los desconocidos terciarios Capuchinos, supuso una importante expectación para los
vecinos de Montemolín, los propios frailes se encargaron de presentarse y mostrar su labor a la
ciudad, y especialmente a los vecinos del barrio temerosos de recibir unos jóvenes vecinos
delincuentes. El nuevo reformatorio estaba destinado solo para chicos, el estilo educativo de estos
frailes era distinto y más humanizado, abiertos, de acompañar a los jóvenes, de favorecer su
inserción a través de la alfabetización y del aprendizaje de diversos oficios, un Reformatorio con
un simple muro perimetral, sin rejas en las ventanas y con las puertas sin cerraduras, indicaba
cual era la intención de estos educadores.
Las primeras actividades de los jóvenes en el barrio, el contacto directo con ellos, y la
disponibilidad de los frailes favoreció que enseguida los vecinos acogieran esta nueva institución.
La novedosa técnica educativa de la reeducación a través de la inserción social y laboral que
adoptaban los amigonianos, favorecía que se realizaran labores de limpieza y de ayuda a vecinos con
los talleres que disponían en el centro, o lo más importante para ellos, el cercano apoyo
espiritual y religioso a los montemolineros que brindaban los religiosos de la Congregación en un
barrio cuya parroquia estaba lejana para muchos de ellos.
Con motivo de la celebración del viernes de Dolores de 1922, la Comunidad invitó a los vecinos a
asistir a la inacabada capilla de Torre Ramona. Tras su presencia el alcalde del Barrio (Francisco
Gómez) y los representantes de las barriadas cercanas, (Utrillas y tranvieros) deciden tomar una
iniciativa vecinal para comprar, con las donaciones recibidas entre sus vecinos, una Virgen de los
Dolores que acompañara a los religiosos y vecinos en sus oraciones.
Tras una importante campaña de recogida de donaciones, se compró una imagen de la Virgen de los
Dolores con sus ornamentos y atavíos en agosto de 1922.
LA VIRGEN DE LOS DOLORES PATRONA DE MONTEMOLÍN
La imagen de la Virgen de los Dolores.
La inmediatez en la compra de la imagen nos hace suponer que esta escultura estaba hecha de
antemano. Por aquellas fechas nos encontramos con grandes escultores en Zaragoza (Querol,
Benllure…) pero solo había en Zaragoza dos talleres de imaginería donde había era fácil encontrar
una imagen sin estar encargada, el taller de Carlos Palao Ortubia, y el de Manuel Albareda
Cantavilla.
Desconocemos el autor de la Virgen de los Dolores aunque podemos deducir que se adquiriría en el
taller de los hermanos Albareda, Palao se centraba en esculturas de estilo clásico y sereno de
piedra y mármoles y otras en bronce, sin embargo los Albareda también se especializaron figuras
religiosas, y además de la piedra trabajaban la madera con un estilo más dramático y barroco como
es la imagen protagonista.
Es una escultura de la Virgen de hacer, de vestir, con armazón troncal de madera y brazos móviles
para vestirla, fácil de montar y de guardar. Su ropaje de terciopelo se acompañaba con elementos
decorativos (placas, corona, rosarios, pañuelos, etc.. ) y una sencilla corona chapada con 12
estrellas que representan María Reina de las 12 tribus de Israel.
Su dramatismo y sufrimiento que mira al cielo llena de dolor de una madre que ha perdido
violentamente a su hijo, se potencia con una movilidad en sus brazos que refuerza distintos
movimientos en su presentación a los fieles: oferente, suplicante, … La imagen estaba vestida de
luto siguiendo la tradición cristiana medieval española con toca blanca y cofia negra. La ropa,
capa, camisa, etc. fue cosida y bordada por varias mujeres del barrio aunque a los meses se bordó por chicas jóvenes como veremos, por otro lado, los jóvenes carpinteros que estudiaban en el reformatorio construyeron una peana para poder procesionarla.
Dos años después, en septiembre 1924 coincidiendo con la generalización de la celebración por el
barrio, la imagen recibe una Corona de plata con algún brillante a través de una donación
particular hecha por el matrimonio Valero León y Rosa Sierra, de los que carecemos de más datos
excepto la inscripción en la misma que les reconoce como donantes.
En el año 1925, otra iniciativa de la maestra de niñas Josefina Martínez del colegio de Montemolín
(actual Tomas Alvira), fue realizar el estandarte de la Virgen, un corazón con los sietes puñales
clavados. Durante el curso se bordó en oro y terciopelo este pendón que dignificaría la procesión.
Fue una iniciativa y realización exclusiva de estas niñas, se financió con donaciones y una rifa
especial en el día de la Virgen de 1925 que cubrió todo el gasto realizado.
La devoción de un barrio
La prontitud en recibir las aportaciones de los vecinos facilitó, una compra rápida de la imagen
que todavía no tenía un espacio destinado dentro del Reformatorio pues se había adaptado el
edificio a sus funciones educativas, pero todavía se estaba construyendo la capilla. La junta
constituida para comprar la virgen se agrupa en una junta de vecinos o “Hermandad de Mayordomos”,
es decir que la imagen sería custodiada por miembros de esta hermandad en sus domicilios
particulares. Las Hermandades en el mundo católico eran Instituciones totalmente civiles,
reconocidas por la Iglesia y a diferencia de las Cofradías, no procesionaban, sino que tenían una
misión concreta, en este caso custodiar la imagen, pero con la obligación de abrir su casa a los
vecinos que deseaban adorarla siempre que estuviera montada y expuesta.
De esta manera se entiende que el 15 de septiembre de 1922 se trasladara la imagen desde una casa
particular, donde se montaría, hasta la inacabada iglesia de Torre Ramona y al final de la
celebración devolverla con una solemne procesión a la casa del mayordomo. En este día los
montemolineros que asistieron asumieron la advocación de los Dolores de los Capuchinos Terciarios
como propia, tanto por la suscripción aportada para comprarla y como parte de una celebración
comunitaria del barrio. En este primer año se identifica esta devoción como patrona del Montemolín,
que irá aumentando conforme la población zaragozana se asentaba en sus calles.
Durante dos años la imagen se trasladaba de la casa de un Mayordomo eclesiástico vecino del barrio,
(bajo el control de la Hermandad de Mayordomos), hasta el Reformatorio donde se realizaba una misa
solemne en la pequeña capilla por la mañana, la procesión iba acompañada por dulzaineros y tambores
de vecinos y tutelados del reformatorio. Por la tarde otra misa más popular y numerosa en los
jardines del Orfanato que se invitaba al barrio y que acababa con la procesión vespertina para
trasladar la imagen a la casa del mayordomo que la custodiaría ese año, en este caso fue la familia
Palacios en el “Corral del Fraile” del Camino Fillas.
Con motivo de la inauguración la capilla ampliada del reformatorio prevista para el 15 de
septiembre de 1924, se organizaron unas importantes fiestas que durarían tres días, con varios
actos religiosos, un triduo preparatorio y una solemne misa por la mañana del día de la Virgen,
presidida por el Vicario General de la diócesis, con la comunidad de frailes niños tutelados y
autoridades civiles invitadas como Presidente de la DPZ Rafael Calvo Blasco, el alcalde D. Gonzalo
González Salazar y el Presidente del tribunal de menores Patricio Borobio, además del párroco de San Miguel, el alcalde de barrio y presidentes de varias barriadas de vecinos, después se realizaría una comida en el centro.
Posteriormente, ya al atardecer, se realizó la tradicional procesión por el barrio con los vecinos
acompañada por la banda de música de la DPZ para recoger la imagen en la casa del Mayordomo. En la
capilla se realizará al día siguiente una misa funeral por los vecinos fallecidos en ese año.
Esta celebración marcará las fiestas del barrio de Montemolín ya con conciencia vecinal,
paralelamente los alcaldes de las “barriadas” progresivamente van desapareciendo en favor de la
unidad de la alcaldía de Montemolín: Utrillas, Tranvías, Comín, El Pilar… serán la parte urbana del
barrio mientras que la zona rural y sus caminos albergaban las distintas torres que llegaban hasta
la Media Legua. En el censo de 1924 del Ayuntamiento ya se recogen todas calles, caminos y
diseminados como barrio de Montemolín.
Con la celebración de la Virgen de los Dolores del 15 de septiembre de 1925 aparece claramente en
programas de fiestas y en los periódicos de la época como “fiestas del barrio” con su programa de
actos y actividades. Unas fiestas populares y religiosas que obedecían al siguiente esquema:
Triduos abiertos al vecindario con charlas, misas y oraciones preparatorios a la celebración del
día 15 y una misa funeral posterior en recuerdo de los vecinos fallecidos. Una procesión por la
mañana para llevar la Virgen con dulzainero y tamboriles que acababa en una misa Mayor por un lado,
y por otro, con dos jornadas lúdicas con carreras pedestres, de velocípedos, de pollos y sacos,
juegos para niños, bombas reales y verbenas al atardecer, a la vez se generalizan las comidas
populares en los patios y calles del barrio. Por la tarde del mismo día 15 una procesión más
popular con recogida de la imagen en la casa del mayordomo asignado y, seguidamente, concierto con
la banda de música de la DPZ. Todas con gran asistencia y participación. Los dos días siguientes al
atardecer se realizaban dos verbenas y conciertos en Miguel Servet.
Del miedo a la celebración a la afirmación de fe mariana.
Con motivo de la proclamación de la II República en 1931 se generaliza en Zaragoza una importante
corriente anticlerical. Cualquier aspecto que tuviera que ver con la Iglesia era difamado,
especialmente en prensa y mítines. Ante estos ataques no estaban exentos los Terciarios Capuchinos,
la organización juvenil de izquierda “Juventud Republicana de Aragón”, en el verano de 1931,
denuncia ante la opinión pública, los abusos a internos de un Capuchino Terciario de Zaragoza,
dicha campaña se extenderá por toda la nación a través de la prensa política de los distintos
periódicos republicanos de izquierda. Sin embargo, a pesar de dicha campaña, estos hechos no se
recogen en ningún periódico aragonés de la época, sino lo contrario, antiguos miembros del
reformatorio más mayores e integrados socialmente, alguno destacado militante socialista, deniegan
la acusación y valoran el trabajo realizado por la Congregación para sus tutelados y para la
ciudad. A pesar de ello en ese mismo año se celebraron las misas y procesiones, tal y como se
venían realizando desde 1924, eso sí, sin la presencia de las autoridades locales y sin la banda de
la DPZ. Sin embargo, durante el año siguiente, en 1932, las manifestaciones anticlericales se recrudecen y
se extienden por la ciudad, van llegando noticias de quema de conventos y altercados en las
iglesias en el resto del país. Ante estas circunstancias la “junta de Mayordomos”, optó por no
hacer la misa ni la procesión popular, se celebraron unas fiestas sólo con actos profanos, la
imagen de los Dolores se dejaría en la capilla del reformatorio para el vecino que lo desease
pudiera rezar de manera particular.
Las fiestas profanas se mantuvieron los años siguientes, pero el miedo al asalto provocó que la
Junta de Mayordomos y el Superior de la comunidad en ese momento, Padre Jorge María de Paiporta,
optarán por sacar la imagen de la capilla y esconderla en una casa particular, en concreto la de los Cenis que poseían junto a una finca, (la torre de Conte, que les había sido donada con anterioridad a la
familia por los Larrinaga a Eugenia Martínez al enviudar años atrás). Esta torre estaba ubicada en
la cercana calle Fillas enfrente de la estación. Conforme pasaba el tiempo la adoración de la
Virgen de los Dolores en la misma finca de los Cenis iba en aumento. Desde 1933 , el hijo Mayor
Lorenzo Cenis Martínez, mayordomo en el barrio de la Virgen, era un miembro destacado en política
con la agrupación política de derechas, la CEDA. Lorenzo fue nombrado alcalde de Montemolín tras el
republicano Roche, al estallar el conflicto en agosto de 1936, sus informes fueron esenciales en la
salvación de la represión franquista durante la Guerra civil de muchos vecinos montemolineros, se
le llegó a conocer como el “Ángel de Montemolín”.
Durante el conflicto la imagen volvió a la capilla de los amigonianos en Torre Ramona que estuvo
siempre abierta, siendo un lugar de constante peregrinación y oración de los vecinos de Montemolín
que se acogían a la Virgen de los Dolores en un momento muy duro para todos.
Una búsqueda de estabilidad en el barrio
Tras la Guerra Civil se reorganizan las parroquias de la zona este de la ciudad creándose la
Parroquia de San Vicente Mártir en 1942. Era una segregación de San Miguel, sin templo se va
utilizar la capilla de las Hermanitas de los Ancianos del Camino de San José que hará los efectos
de parroquia provisionalmente. Esta capilla seguía estando alejada de la mayoría de los habitantes
de Montemolín, por esta razón, durante años la Virgen siguió alternando su ubicación en casas de
Mayordomos con la capilla de Torre Ramona.
A pesar de la nueva organización parroquial, se siguieron manteniendo las fiestas religiosas
(triduo, misas, procesiones con banda música) …, y profanas: carreras, comidas populares, jotas
de ronda y conciertos en el barrio.
En 1947 La Hermandad de mayordomos y alcaldía de barrio se unen para dignificar la imagen en las
procesiones, compraron una rica peana dorada por cuestación popular que sustituía a la que habían
construido los jóvenes tutelados carpinteros de 1922. Procesionó unos pocos años, pero se dejó su
uso provisionalmente y hoy en día se encuentra sin saber su paradero, hay que decir que los años
50, nuevas cofradías y pasos comenzaron en Zaragoza durante la Semana Santa, es posible que alguno
de los actuales pasos lo lleve, pero este hecho enseñó a cuidar y proteger el patrimonio propio a
los vecinos de la hermandad.
También se adquirieron telas para tejer un nuevo manto y túnicas de terciopelo, de nuevo por las
alumnas mayores de Tomás Alvira. Como curiosidad, en ese año de 1948 la procesión llegó al recién
inaugurado colegio de marianistas del barrio como símbolo de acogida a esta Congregación llegada a
Montemolín un año atrás. Las procesiones de estos años tendrán un mayor recorrido por el barrio,
como otra agrupación religiosa se dispondrá de niños y jóvenes del reformatorio, debidamente
uniformados, que las acompañarán con una banda procesional propia.
Zaragoza creció durante los años 50 acogiendo a un importante número de población rural que
alimentaba sus nuevas industrias, de igual manera la población juvenil reclusa se duplica, las
necesidades de un nuevo reformatorio más moderno chocan con una Torre Ramona obsoleta.
Fue en 1956 que la Congregación, tras 25 años de trabajo en Montemolín, se irá al “Alto Carabinas”
de Valdefierro, a unas instalaciones también denominadas “reformatorio del Buen Pastor” donde
continuaran realizando su labor, abandonando Torre Ramona.
A partir de estas fechas se tuvo un problema con la imagen en varios sentidos.
¿Quién era el dueño de la escultura?, ¿dónde se ubicaría? , ¿quién la guardaría?
Tras varias reuniones y planteamientos, la “Hermandad laica de vecinos de Montemolín”, encargada de
velar por los mayordomos y mantenimiento de la imagen, inicia los contactos para ser reconocida
como cofradía, a la vez que solicitan al obispado que se acoja la imagen en la Iglesia de las
hermanitas de los Ancianos de San José al ser la titular del barrio.
Durante varios años la imagen estuvo errante entre la Iglesia de las Hermanitas, entre las casas de
los mayordomos del barrio (Cenis, Martínez, Palacios, Aroz, Casorrán…) y hasta el colegio de
marianistas la cobijo en el año del centenario del dogma de la Inmaculada en 1955, fecha en la que
se inauguró también el pabellón trasero de Larrinaga con su capilla. Desde estas fechas las
oraciones, triduos, novenas de la Virgen de los Dolores se realizaron en la capilla del colegio,
prácticamente hasta la creación de la Parroquia en Santa Cruz en 1967.
Pero el edificio de Torre Ramona estaba abandonada tras la salida de los Capuchinos, sin embargo,
se mantenía la donación y ayudas originales cuyas condiciones estaban vivas. En 1955, los terrenos
e instalaciones de Torre Ramona pasaron a ser administradas de nuevo por la Diputación, la dotación
económica que todavía se conservaba de Francisco Andrés Oliván pasó a reconvertirse, como
“Fundación Ramona de Beneficencia docente” administrada por el Ayuntamiento y Diputación. Esta
decisión tuvo una importante repercusión posterior.
La necesidad de un servicio ciudadano religioso en Zaragoza que requería una fundación, hizo que el
arzobispado en 1958, creara una congregación religiosa femenina de carácter, misionero en
Hispanoamérica que acogiera a los peregrinos marianos al Pilar, tenía la sede en Zaragoza, y se le
conocerá como la Pía Unión.
Fue en 1960 cuando el Estado (Hacienda), le cedió a esta congregación femenina el usufructo de la
totalidad del centro educativo de Torre Ramona donde realizaría una labor educativa, (1400 metros
de construcción y 16.680 metros de terreno circundante), tal y como el filántropo había dejado
ordenado para su uso décadas atrás. En su capilla se volvió a conservar la imagen de la Virgen
varios años, manteniendo la tradición devocional del barrio.
La Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores
La necesidad de organizar, mantener o proponer actividades y actuaciones con respecto a la Virgen
de los Dolores, estaban amparadas bajo la tutela de la alcaldía de barrio de Montemolín desde casi
sus orígenes, las actividades y decisiones religiosas recaían sobre los distintos párrocos del
barrio, sin embargo, la posesión de la imagen y atavíos era de una “Hermandad civil” no reconocida
por la Iglesia.
Viendo la necesidad de normalizar esta situación marcada por la Historia del barrio, y ante la
incertidumbre creada por la salida de los capuchinos a Valdefierro abandonando a su suerte la
imagen, se formaliza la inscripción y legalización de una cofradía bajo la tutela de la Iglesia,
pero con un funcionamiento, elección, admisión y actuaciones propias e independiente.
En 1960 el obispado reconoce la cofradía de “Nuestra Señora de los Dolores” con sede en las
Hermanitas de los ancianos (Parroquia sin construir de San Vicente Mártir), según sus estatutos: “La cofradía rinde culto filial a la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de los
Dolores desde sus orígenes. Además del fin primordial, también contempla como fines:
Despertar el sentido de pertenencia a la parroquia; tener a la eucaristía por centro; mirar a los
jóvenes con predilección; ser humilde instrumento de “nueva evangelización”; favorecer la formación
cristiana de sus hermanos; ayudar a los niños a sentirse vinculados a la vida de la iglesia; apoyar
iniciativas apostólicas relacionadas con las familias; y acercarse al mundo del sufrimiento,
practicando la caridad, dedicando entre otras cosas un porcentaje del presupuesto anual a estos
fines sociales”
Pero aquí no acaba la relación con el barrio, la misma cofradía solicita que la imagen se mantenga
en Torre Ramona con la llegada de las monjas, no en las hermanitas, y que, ante una posible
reorganización de parroquias en Zaragoza, una de las que correspondería a Montemolín fuera de esta
advocación mariana de tanta tradición en el barrio.
Redistribución Parroquias años mediados años 60 .
A finales los años 50 casi se duplica Zaragoza (270000 habitantes en los años 50 a 450000de los
años 70). La expansión de la ciudad hará que nazcan nuevos barrios o se extiendan otros, como es el
caso de Las Fuentes y San José.
El nuevo obispo Pedro Cantero Cuadrado, reorganiza de nuevo las parroquias, su vicario de pastoral
D. Agustín Pina, unifica varias medievales del interior de la ciudad y crea nuevas en barrios
obreros. Dada la gran superficie habitada de San Vicente Mártir, la segrega en otras nuevas, en San
José, Las Fuentes y Montemolín, todas sin templo. La primera parroquia en llegar a Montemolín fue
Santa Cruz aprovechando la capilla del colegio de marianistas que se iba a desplazar fuera del
barrio, se encontraba detrás de Larrinaga. Y en 1968 Nuestra Señora de los Dolores cuyo templo se
entregó en 1970.
El obispado recogió las peticiones de la Cofradía, del alcalde de Barrio, y de distinguidos
feligreses de Montemolín para que la nueva parroquia tuviera la advocación de la Virgen de los
Dolores, templo donde albergaría la imagen y la sede de la cofradía prosiguiendo la tradición
religiosa del barrio, como así sucedió.
La labor de la Parroquia de los Dolores en el barrio: “Ahí tienes a tu madre”
El trabajo realizado por la nueva parroquia y cofradía en estos más de cincuenta años ha sido muy
importante:
Lugar de oración comunitaria, ha realizado multitud de tareas y servicios a un barrio que las
necesitaba, además de su labor pastoral, ha sido hogar de ancianos, con locales y cursos de
formación, atención de Cáritas, y especialmente el “Patronato Virgen de los Dolores”. Conocido en
el barrio popularmente como “Cheso”, se fundó en 1974 con una guardería Monasterio de Poblet, su
labor hoy es inmensa. Siempre bajo el manto de la Virgen dolorosa que preside sus actuaciones y
actividades.
Hoy en día la gran mayoría de cofrades son vecinos de Montemolín o hijos de aquellos que lo fueron. Todavía se mantiene las tradicionales celebraciones religiosas del 15 de septiembre, charlas,
triduos, misa mayor, procesión por el barrio, incluso la cofradía realiza su procesión en Semana
Santa, sin embargo, el carácter profano de esta celebración se ha perdido, la sucesiva pérdida de
importancia de la Asociación de Vecinos, entre otras cosas, encargada de organizar las fiestas, las
últimas en 1983, no quita valor al sentimiento e identidad de una celebración propia de Montemolín.
La Asociación de Vecinos Larrinaga-Montemolín, ha compartido junto con la otra parroquia del barrio
(Santa Cruz- Marianistas) muchas de sus actuaciones, no solo las fiestas del barrio en honor a la
Virgen, también apoyo en reivindicaciones, servicios, que la Parroquia de los Dolores solicitaba,
muchas reuniones se han hecho en sus locales o en Patronato, incluso compartimos un problema común:
que los límites del barrio con coinciden con el distrito, es lo mismo que sucede con los limites
parroquiales a ambos lados de Miguel Servet pertenecen a dos distritos distintos.
La adoración de la Virgen de los Dolores va más allá de una imagen tallada que surgió de la
iniciativa popular del barrio, representa una actitud de servicio y de compromiso que la hemos
heredado de nuestras familias. Llegan nuevos cambios, nuevas organizaciones parroquiales, nueva
mentalidad, todo un reto por delante para encontrar un mundo nuevo y mejor bajo su amparo.
José Ignacio Sauca Modrego 10 septiembre 2025