Historia

                        MONTEMOLIN, HISTORIA   Y  LÍMITES

1.- INTRODUCCIÓN

En 2019, el municipio de Zaragoza está organizado administrativamente por distritos.  Esa organización ha integrado y absorbido a lo largo de las diferentes reestructuraciones administrativas a los antiguos barrios.  Hoy casi nadie se acuerda de ellos.  El barrio de Montemolín se encuentra en esta situación, hasta el punto de que su nombre se debate por algunos zaragozanos entre Bajo Aragón, Miguel Servet o de Utrillas.  La nueva Junta de la Asociación Vecinal Larrinaga-Montemolín, que se redefine por los Estatutos , aprobados en la Asamblea del 7 de marzo de 2019, tiene en sus objetivos prioritarios mantener vivo el recuerdo y la historia del barrio al que representa.  Tomamos el testigo de nuestros antecesores, especialmente Ángel Gómez y Ángel Gracia, que han resistido en sus puestos para conservar los órganos de una Asociación que se remontan a 1974 y que nos han traspasado en excelente estado.

Y es por ello que en esta edición de los nuevos Estatutos, queremos adjuntar un texto que, con las investigaciones realizadas por Josi Sauca Modrego, profesor de Historia en el colegio Bajo Aragón de Marianistas, intenta resumir los datos que ha obtenido sobre el origen y evolución de nuestro barrio.  También es de reconocer la labor de Paco Murillo Ordovas y de Luis Cenis Escartin, y de estudios anteriores de otros vecinos, con especial recuerdo a  D. Andrés Tobal Serrano, fallecido el año pasado, y del que hemos ido bebiendo con su pródiga memoria y amor a Montemolín,

¡Montemolín existe!!!

2.- ESPACIO NATURAL

El espacio que ocupaba el histórico barrio de Montemolín estaba limitado por tres unidades geográficas que cerraban Zaragoza por el este.

  • Los montes de Miraflores
  • El Plano de Zaragoza.
  • La ribera del Ebro.

2.1. Los montes de  Miraflores.

Estaban separados por un valle abierto que los individualiza de los Montes de Torrero, y por extensión se denominaron “Miraflores”; prácticamente llegaban hasta los Montes de Torrecilla en el límite con la actual Cartuja.

Eran pequeños montes y acampos (pequeñas mesetas de tierras cultivables de secano), con abundantes boqueras (valles), que individualizan alturas en las que apenas había pastos (sisallos) y abejares.  De estos montes se extraía la carrasca para alimentar de leña la ciudad de Zaragoza en la puerta Quemada (actual calle Asalto).  En el contorno de estos montes se encontraba la acequia de Miraflores.

2.2. El Plano de Zaragoza.

Transición entre la primera y segunda terraza del Ebro (en realidad los montes citados anteriormente), eran lomas con suave pendiente (de ahí su nombre) que individualizaban pequeñas alturas.  Los terrenos  roturados se alternaban con los espacios naturales sin cultivar; eran territorios de secano con cultivos de cereal, aunque se aprovechaba para olivares y viñas extensivas de baja producción.  En los espacios naturales se arrancaba esparto, fendoz (regaliz de palo), manzanillas y barrilla. 

Respecto al riego había una gran acequia de caudal irregular que recogía el agua desde el río Huerva,  la de Miraflores, que aportaba agua a varias acequias menores  que bajaban por sus pendientes como un peine. Esta acequia llegaba casi hasta los montes de Torrecilla, pero su caudal era escaso, acentuado por el estiaje del río Huerva en verano, por lo tanto la aportación de agua iba desde otoño a la primavera, lo que aseguraba la producción de la triada mediterránea (cereal, vid y olivo).

Por la Plana iba el camino del Bajo Aragón (dirección a El Burgo, Alcañiz, etc…), que se desviaba a otro por Mediana cruzando los Montes de Torrecilla. Estos caminos eran cabañeras a los que acudían los rebaños (Cabañera Real), y por donde transitaban las cargas de leña desde los montes de la zona. El camino de El Burgo iba casi paralelo a la terraza del Ebro en la zona más alejada de los montes anteriormente citados

2.3. La Ribera del Ebro.

Es un amplio espacio inundable por las crecidas naturales del río, especialmente en invierno y primavera. Tenía como contención natural de aguas la primera terraza del río; hay que destacar que este terreno, al estar encosterado levemente hacia el río, favoreció la roturación de campos en las zonas altas que poco a poco salvaron estas crecidas, llegando a establecer una red de regadíos provenientes del Huerva que se complementaban con los abundantes manantiales y filtraciones que el río aportaba (de ahí las Fuentes); no obstante eran campos muy expuestos a crecidas extraordinarias del Ebro, dominando los olivares y viñas en las zonas más consolidadas y altas  frente a  las más bajas de cereal. El Soto aportaba madera de construcción, chopo negro, tamariz, cañaverales; además se extraía arcilla para los alfares y era el lugar donde se ubicaban yeserías que recogían el material del cercano monte para su elaboración.

3.- EL NACIMIENTO DEL BARRIO. UNA ZONA RURAL

El viejo camino de El Burgo acercaba a la ciudad medieval de Zaragoza ganados, maderas para hacer carbón (Puerta Quemada), y productos que se recogían no solo en el alfoz de la ciudad, sino hasta del mismísimo Bajo Aragón.

Desde la salida de Zaragoza, durante siglos, los campos se trabajaban a diario, y solo las épocas de labranza y cosecha hacían que hubiera poblados y cabañas eventuales que se habitaban puntualmente para esos momentos. Sólo la construcción de la Cartuja Baja a lo largo del siglo XVII provocó un poblamiento estable a mitad de camino con el Burgo de Ebro. Posteriormente, durante el siglo siguiente, con la construcción del Canal Imperial de Aragón se va a producir un cambio en la estructura económica de la zona; más agua favorecerá nuevas roturaciones y nuevos asentamientos aislados en los mismos terrenos de trabajo, aumentando la producción agrícola de la zona.

El convulso siglo XIX provocó que aumentara la circulación de mercancías por este viejo camino; la desamortización de terrenos Cartujanos y el aumento de población agrícola diseminada, hará que a lo largo del camino aparezcan ventas y posadas como la de Buena-Vista en 1843.  Con la implantación de la economía de mercado en la nueva España liberal, a partir de la segunda mitad de este siglo, y el comienzo de la industrialización de Zaragoza, la ciudad empezará a recibir mercancías a través caminos de acceso a la ciudad, especialmente de trigo, naciendo una importante industria harinera que pronto compartirá el desarrollo con las nuevas fábricas metalúrgicas.

Sin embargo, la zona de la Plana, la huerta de Miraflores, se mantuvo varias décadas sin ningún tipo de desarrollo urbano, excepto en el aumento de regadío en continua mejora gracias a la labor de los sindicatos de riegos. Solo torres y cerrados convivirán con olivares, viñas y monte incultivado que desde la segunda mitad del siglo XIX se conocerá a la zona como Montemolín.

4.- UN BARRIO RURAL QUE SE URBANIZA LENTAMENTE.

En general, podemos decir que Montemolín no empezó a urbanizarse con cierta densidad hasta comienzos del siglo XX. Pero hay que destacar la importante población de la zona rural que vivía en torres;  estos pobladores aprovecharon las nuevas configuraciones de riegos que se realizaron con las modificaciones de las acequias de Miraflores, Adulas y Canal Imperial, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

Podemos establecer un punto de referencia al barrio que se mantendrá desde su origen hasta prácticamente nuestros días: ya aparece señalado en la cartografía de 1712, en el cruce de caminos que se ubicaba entre el camino del Bajo Aragón con la subida del camino que nacía en el Convento San José, y el descenso del camino de las Fuente; en este lugar, existían dos cerrados a cada lado del camino del Bajo Aragón, cada uno con un edifico en la esquina. Destacaba  una parcela triangular  en la margen derecha que por su reducida dimensión no se dedicaría a la agricultura como la que se encontraba al otro lado del camino, cercado con campos.  Este cercado se mantuvo durante más de cien años sin cambios, y en la actualidad se le conoce popularmente como la “boca de Zaragoza”.

En 1861, nos encontramos que en este cercado se halla una fábrica de barrilla (sosa para jabón), planta que se recogía en los montes de la zona. Poco después, entre 1863 y 1865, León Cappa construye en el camino del Bajo Aragón (a medio kilómetro de distancia de la ciudad) la estación final de tren de una concesión recibida de una línea de ferrocarril para traer el carbón de Escatrón; se intentaba aprovechar el nuevo desarrollo industrial de Zaragoza y la necesidad de nuevas fuentes de energía; sin embargo, ninguna fábrica se instalará en nuestro barrio en estos momentos de expansión económica. Este nuevo acceso a la ciudad y su estación, facilitará la creación en estos años de una pequeña posada en la anterior fábrica de barrilla, conocida ya como posada de Montemolín, que compartirá terreno con  otra fábrica de barrilla anexa de un tal Callén.

Es en 1872 cuando dicha fonda aparece documentada con el nombre  de Montemolín recogiendo el topónimo que dará el nombre al barrio.  Esta posada estaría ligada al aumento de las mercancías que cada vez se acercaban a la ciudad por el camino del Bajo Aragón, pero también a la  estación de Cappa, por sus constructores, empleados, mercancías y de los nuevos viajeros que aportaba.

En 1878 ya tenemos registrada la Policía rural de Montemolín que actúa de oficio en la zona desde Torrero hasta las Fuentes.

Esta zona eminentemente agrícola será conocida ya como Montemolín de una manera generalizada, desligada de Miraflores; no era todavía un barrio urbano, aunque el Ayuntamiento comenzaba a planificar su desarrollo con nuevos proyectos.

En 1879, la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País se plantea la necesidad de realizar una exposición en Zaragoza que sirviera como muestra y difusión en nuestra tierra de los nuevos avances de la tecnología de la segunda revolución industrial. El Ayuntamiento apoyó la importancia del proyecto y accedió a que se realizara en las instalaciones del futuro matadero de la ciudad que se proyectaba por aquel entonces; eso sí, la obra tardará cinco años en ejecutarse.

En sintonía con los nuevos tiempos de progreso y de experimentación, el Ministerio de Fomento favorece la creación de instituciones experimentales en España. Tras el concurso nacional, la proyectada por la Diputación Provincial de Zaragoza será seleccionada, con un Ayuntamiento que se abre a las innovaciones; en 1891 facilita los terrenos que se encuentran entre las vías del ferrocarril de Miraflores y el camino del Bajo Aragón (Torre de la Infanta) para la construcción de una Granja Experimental de productos agrícolas y ganaderos, con varios edificios y hectáreas para cultivos, poco a poco  Montemolín se iba configurando

1885 es el año de la eclosión del barrio de Montemolín. Estaba claro que el camino del Bajo Aragón recibía flujos y reflujos de la ciudad y del exterior de Zaragoza. Las decisiones del Ayuntamiento van a configurar el barrio tal y como lo conocemos hoy en día. En este año se van a realizar los primeros informes de resultados positivos de las actividades de la granja experimental consolidándose sus investigaciones.  Por otro lado, se inaugura la exposición de productos industriales en el nuevo Matadero con un fracaso, debido a una epidemia de cólera que obligará a retrasarla unos meses, aunque la infraestructura será vital para la vida del barrio, pero además, unido a este acontecimiento, el Ayuntamiento inaugurará la primera línea de tranvías (a sangre, tiradas por 12 caballos) que se denominará del Bajo Aragón (línea nº 1), construyendo las cocheras al lado de la Estación de Utrillas.

Este cúmulo de acontecimientos  va a provocar las primeras urbanizaciones de esta zona rural con un poblamiento concentrado en dos puntos. Uno, enfrente de la Exposición (Matadero), donde se construirán viviendas formando varias calles, y un frontón (popularmente conocido como “trinquete”), que junto a la manzana de la posada y el antiguo molino del Seminario harán el primer núcleo habitado estable que llegará al límite del camino de San José. Posteriormente, con la construcción en 1890 de un asilo de las Hermanas de los Desamparados al otro lado del camino, se da forma a una nueva expansión  del barrio. La otra zona poblada que surge en los albores de Montemolín  son las casas de tranviarios que se edifican junto a la estación de Escatrón (Utrillas), al lado de las cocheras y caballerizas.

A partir de este momento, se empiezan a comprar cercados y aparecen las primeras industrias próximas a los núcleos urbanos, como la fábrica de pastas “la alimenticia”, en la zona trasera de la posada, enfrente del asilo, y la ebanistería de José González, en la esquina del camino del Bajo Aragón con el camino de las Fuentes, entre otras.

5.- EL DESARROLLO DE UN BARRIO OBRERO 1900-1941

En menos de cincuenta años, la ciudad duplicó su población.  A principios de siglo XX,  Zaragoza sobrepasó los cien mil habitantes, aunque el verdadero despegue demográfico se dará en estas primeras décadas del siglo en las que llegará a duplicar su población a pesar de la crisis de los años veinte y de la Guerra Civil. Tras colmatar los solares y viejos edificios del interior de la ciudad, comienza una expansión urbana de trascendental importancia para el barrio de Montemolín.

Nuestro barrio rural comenzará a expansionarse en el entorno de sus equipamientos acogiendo a la numerosa población procedente del éxodo rural. A comienzos de siglo, la carretera del Bajo Aragón se urbanizaría a sus lados con pequeñas calles transversales a las que se les uniría los núcleos anteriormente citados. En 1904, el camino del Bajo Aragón se le denominará ya como calle Miguel Servet. Este eje central del barrio ya se había desarrollado anteriormente desde el nuevo puente del Huerva hasta la vieja posada.

Tomando como referencia el cruce de caminos de San José y las Fuentes, en la margen derecha, tras la posada, ya urbanizada en casas, se desarrolla el comienzo de San José con fábricas de muebles Nuviala, y por detrás, junto al frontón, en el camino Cabaldós, la Torre de Izuzquiza y el cerrado de Comín, que llegaría al lateral de los terrenos de la Estación de Utrillas.

Desde el cruce de las Fuentes hacia el Este, por la margen izquierda, se encontraba la vieja ebanistería de José González (hijo de Ezequiel), después ya aparecía el Matadero municipal y posteriormente el cercado del senador Tomás Higuera. A principios de siglo, se van a desarrollar en paralelo todas las calles que llegarán al camino Fillas: Utrillas (1902), Higuera (1903), Belchite y Sol (1904), y los números impares de Camino Fillas .

El desarrollo fue tan rápido que se les conocerá como barrios dentro de Montemolín (Matadero, Comín y el barrio de Utrillas). En sus calles y cerrados que todavía subsistían se van a establecer numerosas fábricas o las antiguas cambian de producto o dueño. Así nos encontramos que en la antigua de Muebles Nuviala hay otra de máquinas harineras de Bernards y Goñi; maderera como Briquetas MFU, metalúrgicas (Fundiciones Bautista), o la gran cementera Portland en la estación de Miraflores. Este movimiento industrial provocará un remodelación de los terrenos por parte de estas industrias, que rellenaron las terrazas y hondonadas naturales con tierras y escombros, especialmente entre 1915 y 1920, tal y como tenemos documentado en el Ayuntamiento.

Varios hitos surgen en este periodo:

-Construcción de residencias de alta burguesía como residencia ocasional: Villa Asunción o palacio de Larrinaga (1902), o la Torre de Gil González Marcilla (Torreluna) en 1935.

-Ampliación de las cocheras de tranvías y las casas de trabajadores en el entorno de la estación de Utrillas.

-Creación de unas escuelas de barrio Montemolín en 1907 y de hermanos de la Salle de Montemolín en 1909.

-Transformación de la torre Guallart (Torre Ramona) en un hospicio en 1905; posteriormente fue un manicomio y después, con los hermanos Terciarios Capuchinos, de nuevo un hospicio.

La Guerra Civil supuso un enorme impulso industrial a la ciudad.  Por aquel entonces, el barrio de Montemolín disponía de sus dos caras: la tradicional rural de torres y casas de campo, y una zona urbana claramente industrial que lo definirá como un barrio obrero.

6.- UN BARRIO EN EL DESARROLLISMO INDUSTRIAL (1941- 1982)

Tras la Guerra Civil, la ciudad de Zaragoza se beneficiará de su situación y de los planes del desarrollismo de la dictadura  De una manera continuada, nuestro barrio creció, no solo en población, sino en tejido industrial.

Hasta finales de los años 60, no se crearán polígonos industriales organizados tal y como los conocemos ahora, no había tejido específico para las industrias, muchas veces el mismo empresario compraba los terrenos y los parcelaba a su gusto como fue nuestro caso con D Joaquin Giral (GIESA), y otras veces se planteaban zonas de casas baratas para albergar la avalancha de población rural que nos llegaba (casas de Montemolín detrás de la Granja).

Inmediatamente después de la Guerra, el barrio no creció en exceso, se colmató la zona urbana  y se mantuvo la periurbana con torres.  Iba en acuerdo con la época de crisis que supuso la autarquía. No obstante, las pequeñas industrias del barrio se afianzaron (pastas Cenis, Fundiciones Bautista), y destacará la implantación de la GIESA (Guiral Industrias Electricas S.A) en el barrio, una de las mayores empresas de Aragón.  A partir del desarrollismo de los años cincuenta y sesenta, nuestro barrio captó importantes empresas que se instalaron a lo largo de la calle Miguel Servet aprovechando la cercanía de los ferrocarriles y el carbón del Bajo Aragón.  Así nacen o se desarrollan, CIMA, CEFA, HARINERAS AZON, ARPAN, TDZ (Talleres Diesel Zaragoza), REGALICES ZARA, PEYPASA, TALLERES HERALDO, VIGUETAS PITAY, y se desarrollan empresas familiares o negocios que aprovecharían los antiguos cerrados para su producción de leche (vaquerías), o almacenaje de chatarras (Industrias López Soriano), etcétera.

El importante crecimiento demográfico de la Zaragoza de los años sesenta, que acogió un espectacular éxodo rural, se reflejó en el barrio.  Montemolín era ya un barrio obrero, sus vecinos, la mayoría trabajadores de estas fábricas, se establecerán en un barrio que estaba limitado físicamente por las grandes infraestructuras que tenía: el matadero, la estación de Utrillas, los terrenos de la Granja, a los que hay que unir los espacios industriales anteriores, y es por esta razón que, a finales de los 50 y principios de los 60, se desarrollarán los caminos de San José y de las Fuentes, con una impresionante urbanización de bloques de casas y pisos que desbordaría al viejo barrio de Montemolín.

Entre los años 60 y 70, se urbanizaron los pocos espacios que quedaban de viejos cerrados y torres en el barrio: en el entorno de Camino Cabaldós y Comín, enfrente de la estación de Utrillas, y sobre todo en la calle Miguel Servet, que acogerá grandes bloques de edificios. Prácticamente solo quedaba sin urbanizar la zona de Torre Ramona y la de Miraflores. Estaba claro que había que hacer nuevos planes de urbanización que reconvirtieran los viejos terrenos en zonas plenamente urbanas. 

A principios de los años 70, en plena época de la dictadura, Montemolín que, tal y como he comentado, había colmatado su espacio urbanizado, precisaba de nuevos servicios que atendieran a esta nueva población: sanitarios, educativos, administrativos, sociales… que obligaba a sus vecinos a desplazarse al centro de la ciudad.

La labor de la alcaldía de barrio era fundamental, pero las necesidades eran importantes y se vio desbordada. En este contexto, a finales de 1971, grupos de vecinos se reúnen, amparados en la joven Parroquia Santa Cruz, para crear una Asociación de “Padres de Familia” que diera respuesta estos problemas y canalizara las posibles acciones (la mayoría de sus miembros eran jóvenes con inquietudes sociales que encontraron apoyo en la Parroquia marianista).

Tras varias actuaciones, a través de la Alcaldía de Barrio, de la Parroquia, de miembros de los sindicatos ilegales de las fábricas de la zona, o de una manera personal, en 1974 se oficializará (al amparo de una nueva legislación) la creación de la “Asociación de Vecinos de Larrinaga- Montemolín” en la que hoy en día estamos inmersos.

Consecuencia de la saturación del centro del barrio en el entorno de Miguel Servet, que había comenzado a finales de los años 50, se desarrollaron nuevas barriadas en los viejos caminos que bordeaban Montemolín, el Camino de San José y el Camino de las Fuentes.  Estas zonas crecieron de una manera extraordinaria y su desarrollo provocó la creación de dos nuevos barrios con identidad propia: el de las  Fuentes y San José, segregándose del viejo barrio de Montemolín. Nuestro barrio, pleno de numerosas infraestructuras no estaba tan poblado como los anteriores, y estaba condenado a morir como identidad administrativa en las futuras remodelaciones.

7.- LAS ÚLTIMAS DÉCADAS

Con la desaparición administrativa del barrio de Montemolín en el año 1982, se produjo una disección marcada por la avenida Miguel Servet. La antigua calle, eje vertebrador del barrio, se convirtió en el límite de dos nuevos distritos, el de San José y el de las Fuentes. Estas designaciones provocaron que Montemolín pasara a ser un recuerdo hasta para su denominación.  Aquel viejo y extenso barrio fue asumido por sus pujantes hijos de la margen izquierda y derecha.

La realidad de Montemolín no tenía que ver con la importante problemática que poseían estos nuevos barrios, fruto del crecimiento incontrolado y falto de servicios de todo tipo. Las necesidades de estos nuevos barrios (aunque en muchos casos eran comunes con Montemolín) no necesariamente eran las específicas del viejo barrio que pasaron a ser unas más dentro de las reivindicaciones de los grandes vecinos.

A partir de entonces, el barrio de Montemolín se mantuvo en el sentimiento de sus antiguos vecinos, y sus reivindicaciones insertas en las Asociaciones vecinales de la zona, incluida la nuestra.

Desde 1990, el entorno que en su día fue conocido como barrio de Montemolín se ha ido convirtiendo en un barrio residencial y comercial.  Los espacios antes rurales como La Granja, o los pertenecientes a la Estación de Utrillas, las antiguas cocheras de tranvías, los alrededores del parque de Torre Ramona y de las lecherías Quílez, del pabellón Príncipe Felipe, se han convertido en bloques de viviendas que acogen a nuevos habitantes del barrio. 

La transformación de la ciudad actual ha provocado nuevos espacios y destruido parte de la identidad del barrio, las tierras de cultivo de la zona rural periurbana se convirtieron en grandes polígonos industriales, muchas torres desaparecieron por un nuevo sistema de vida, pero sobre todo, por la construcción de variantes, cinturones e infraestructuras, que sin pudor arrasaban con estas viviendas tan propias de nuestra identidad rural.

Podemos apenarnos de la desaparición de edificios emblemáticos como el cuartel de San José, el antiguo colegio de La Salle Montemolín, la torre de Talleres Diesel y los edificios de la Granja Experimental, pero nos representan con orgullo viejas torres irreductibles, el antiguo Matadero, el Palacio de Larrinaga, Torreluna, las escuelas del barrio de Montemolín (antiguo colegio Tomás Alvira) y el silo de la carretera de Castellón. Se ha remodelado el edificio principal de la estación de Utrillas y se mantiene, aunque movida de su ubicación original, la gran chimenea de la estación.

El dinamismo  comercial se ubica alrededor del centro comercial Utrillas, pero  perviven pequeños comercios y negocios, supervivientes de los años de cercanía y relación entre los vecinos del barrio: bares, kioscos, droguerías, farmacias, tiendas de todo tipo, carnicerías, papelerías, almacenes,… entre otros negocios que nos recuerdan un Montemolín de la calle y de convivencia entre los vecinos.

El barrio está vivo, todavía quedan asignaturas pendientes como el reaprovechamiento del espacio de la antigua GIESA, de los solares de la CEFA, el saneamiento y conservación de lo salvable en Torre Ramona, la continuación de la remodelación de la calle Miguel Servet hasta el cruce con el tercer cinturón, y un nuevo diseño para la plaza Utrillas que favorezca la utilización de sus espacios convirtiéndose en el auténtico salón de barrio, donde podamos revivir el ambiente de buena relación vecinal que recordamos de los tiempos en que se cogía la línea 1 del tranvía para ‘ir a Zaragoza’.

8.- SOBRE LOS LÍMITES DEL BARRIO DE MONTEMOLÍN

Montemolín es un barrio histórico situado en la orla este de nuestra ciudad. Desde mediados del siglo XIX, el antiguo topónimo rural abarcaba una amplia zona que limitaba al sur con los montes de Torrero, al este con las tierras de la Cartuja Baja o de la Concepción, y al sur con el Ebro hasta la desembocadura del río Huerva, es decir, Montemolín era todos los términos que rodeaban Zaragoza por el este geográfico de la capital, agrupando cabidas, términos de riegos, o parajes sin cultivar de esta amplia zona.

Con la segregación de los barrios de las Fuentes y de San José y, fundamentalmente, consecuencia de sus nuevos pobladores que asumieron la nueva identidad de estos barrios que los acogía, Montemolín se circunscribió, desde finales de los años 50 del siglo XX, a una zona que, más que unos límites concisos, era el resultado de lo que los nuevos barrios no absorbieron. Ésta es la razón por la que en la actualidad, en una misma calle o zona según sus pobladores, se puede identificar con un barrio u otro.

De una manera descriptiva, y con el matiz anteriormente citado, podemos limitar actualmente el barrio en un espacio más o menos  triangular con forma de embudo, cuyo vértice principal sería “la boca de Zaragoza” (cruce de  Miguel Servet, San José y Compromiso de Caspe).

En su lado izquierdo, tras el anterior  cruce bajaría por la calle Monasterio de Samos bordeando el Matadero (calle Florentino Ballesteros), calle Fillas, calle Higuera, a Torre Ramona y acabar en el Ebro (Cantalobos, por detrás del camino de la Raya).

Desde Cantalobos, siguiendo por el Ebro, el lindero discurriría hasta el puente de la Z-40, por donde está el límite histórico del barrio que nos separaba de la Cartuja: el Escurridero del canal.

Este lado limitado por esta acequia (sobradero) llegaba hasta el Canal Imperial de Aragón, donde nacía.

El lado más al sur es más complejo en su limitación,  se cambiaron caminos, se urbanizaron nuevas calles transversales, se modificaron las antiguas, pero a pesar de este problema y atendiendo a los antiguos límites administrativos y parroquiales del barrio (Santa Cruz-Marianistas y Nª Sra. De los Dolores), este lado iría desde el Escurridero del Canal, a bajar por el tercer cinturón (Z-30) al Camino Miraflores (por detrás de la Estación de Miraflores), sigue por la trasera del Príncipe Felipe, y penetraría en el viejo Montemolín del Barrio “Comín”, calle Cartagena (Cesáreo Alierta), de allí iba  hasta Monasterio de Samos (Castelar, Antonio Maura, Luis Braille, Privilegio de la Unión…),  y de allí, de nuevo a Miguel Servet, hasta punto inicial de la Boca de Zaragoza.

Será la calle Miguel Servet y su prolongación con la Carretera de Castellón, (N-232) su eje vertebrador y calle principal.

Como Asociación que pretende trabajar en el entorno del barrio de Montemolín, queremos entender estos límites como nuestra área de influencia, sin que nadie pueda sentirse ofendido por exclusividades ni rivalidades, nuestra labor tiene que estar coordinada con otras asociaciones vecinales de la zona con las que tanto tenemos en común y hemos actuado conjuntamente. De esta manera, atenderemos peticiones y reivindicaciones de los vecinos que habían estado incluidos en lo que comenzó siendo y es el barrio de Montemolín, siempre con el ánimo de mejorar la calidad de vida de los quienes viven  en el barrio y/o lo sienten como suyo.

José Ignacio Sauca Modrego