TRIBUNA , ARAGON DIGITAL

febrero 28, 2025 0 Por Javier

Y en la orla este, el barrio de Montemolín

José Antonio Prades

José Antonio PradesEscritor

23/ene/25 – 09:02

Mi amigo montemolinero Francho Murillo dice que “en Zaragoza, el sol sale por Montemolín”.  Y no le falta razón, con ese tono casi poético que nos lleva al decumano máximo, que en el barrio precisamente lo llamamos calle del Sol, qué mejor prueba.

Richard Barrett, consultor de empresas, introduce en su sistema de gestión tres necesidades espirituales: ser útil, dejar huella y abrazar una causa.  Somos unos cuantos montemolineros que debemos ir necesitados espiritualmente para ‘abrazar una causa’ como la de reponer en el mapa zaragozano nuestro barrio, que se empeñan en constreñirlo entre dos distritos. Montemolín está poniendo codos entre Las Fuentes y San José para levantar el cogote dando un patadón en medio de la plaza Utrillas, por ejemplo, para decir ¡seguimos estando aquí… y no nos moverán!

Somos bastante sufridores, además de un poco estalentaos, que nos dicen unos cuantos (y unas cuantas, perdón) para insistir hasta la saciedad que “no es lo mismo barrio que distrito, no es lo mismo”, y a veces nos lo niegan y a veces nos lo afirman, por suerte ahora ya algo más por esta segunda opción.

Don Paco Martínez Soria fue un erre que erre y ahí que nos dejó ejemplo para que no reblemos y continuemos en ese tajo, reivindicando donde haga falta que el palacio de Larrinaga, Giesa, el antiguo Matadero, Torre Ramona, Torre Luna, la estación de Utrillas, la torre Olivera (que ahí nació mi padre), el cementerio de La Cartuja (que no es de La Cartuja), el colegio Agustín Gericó… y apurándonos, sin que sea un órdago, el pabellón Príncipe Felipe y el centro deportivo municipal La Granja pertenecen a los mundos de la montemolinería. Y tenemos pruebas, no vamos de farol, que se agarren nuestros detractores y nuestras detractoras (ahora sí), que viene nuestro historiador particular, Josi Sauca Modrego, a sacarles los colores con todo el rigor investigador y científico, faltaría más.

Pero es que la cosa va de cariñicos, y a veces hasta nos ponemos tiernos después de enfadarnos. ¿A quién no le toca el corazón que se equivoquen con el nombre de tu tierra? ¿Y si a Zaragoza la nombran Barcelonoza o a Aragón le dicen que su Corona es de los Berenguer?  Anda, que no saldríamos con la gayata a darle aire reivindicatorio a los límites que nos acogen.

A quien lea esta columna le pido que cuando vaya hacia el este, por donde sale el sol, camino a La Cartuja Baja, Alcañiz o Castellón, por ejemplo, que se crea que cuando vea esos grandes depósitos de cerveza aragonesa, se dé cuenta de que está dejando atrás el barrio de Montemolín, orla este del núcleo urbano de Zaragoza. 

Dixit manet.