VALORES DE BARRIO II
Opinión
Valores de barrio (II)

José Antonio PradesEscritor
16/feb/25 – 09:30
Hablábamos de valores de barrio en general y toca hacerlo ahora en particular. Y específicamente del barrio de Montemolín, asentado en la orla este de Zaragoza, como continuación de lo que fue la barriada judía entre el Coso bajo y el río Huerva.
Empecemos por los valores sociales que, siendo generales por características de los barrios, en Montemolín se hacen particulares porque bien entrada la sexta y séptima décadas del siglo XX, aún perduraban esos valores en el entorno montemolinero, algo peculiar dentro de esa cercanía al núcleo urbano, pero, en cambio, tan rural que se decían entre sus gentes que se iban “a Zaragoza” cuando cogían el tranvía para acercarse más allá de la plaza de San Miguel. Y así nos habríamos encontrado esa solidaridad entre vecinos, todos se conocían y se ayudaban, tomaban la fresca con sillas de anea en la calle tertuliando hasta las tantas de la madrugada, se conocían las dichas y desdichas sin desdén de los conocidos hoy como programas del corazón o las entonces Notas de Sociedad, comercios de proximidad en abundancia con los tenderos de toda la vida, ese café, copa y faria, mejor que puro, mientras se jugaba la partida de tute, guiñote o dominó, los secretos que nadie contaba y todos sabían… aquella nostalgia del candor ciudadano subido a necesidad de convivencia.
Y los económicos… Montemolín nació como un término agrícola, repleto de torres y fincas muy fértiles por la proximidad del río Ebro, así como las acequias que lo unían con la Huerva. Y posteriormente, también del sector primario, se asentaron varias vaquerías, como las de los Chueca, los Vidal, los Ferrando, los Quílez. Pero aquello, sin llegar a morir del todo, se complementó en gran cantidad con industrias importantes, algunas importantísimas, que dieron trabajo a obreros que llegaban en gran medida del Bajo Aragón y allí se asentaban, como con esa querencia de estar más cerca del camino al origen. De ahí le viene ese segundo nombre al barrio, quizá más conocido porque la línea 1 de tranvía se llamaba así, como hoy la línea 38 de autobuses. Comenzamos con la estación de Escatrón, después de Utrillas; seguimos con el Matadero Municipal; después, los Tranvías de Zaragoza, y podemos continuar con Magaiz, CEFA, Giesa, Peipasa, Cyma, Talleres Diesel, Pitay, Cementos Portland, Fundiciones Bautista, como empresas más que medianas, varias grandes, de las más importantes de la ciudad en su época, sin perder aquel carácter agrícola y ganadero inicial, aunque ya más desplazado hacia Cantalobos, la frontera con La Cartuja, el escurridero y el barranco de la Muerte. Los servicios vinieron después: más tiendas, más bares, almacenes de distribución, gremios de mantenimiento, forjas… Hoy somos un barrio más bien residencial, con Alcampo Utrillas de macrocentro, Magaiz todavía en su sitio, y los comercios que resisten a la desaparición.
Y en el artículo III de la trilogía, iremos hacia los culturales, que hay para dar.