Un recuerdo vivo de Asunción Clavero en el Palacio de Larrinaga

julio 5, 2020 0 Por Javier

PALACIO DE LARRINAGA:

UN RECUERDO VIVO DE ASUNCIÓN CLAVERO Y DE LA HISTORIA DE MONTEMOLÍN

Muchos son los rincones y sorpresas que todavía están por difundir del hermoso palacio de Larrinaga en el barrio de Montemolín, de sus originales planos, proyectos y las vivencias de su intrahistoria hasta la transformación de lo que es hoy en día.

Muy poca gente conoce que todavía hay un ser vivo que nos une con la época de los Larrinaga, (especialmente con su propietaria  Asunción Clavero), que de una manera callada y persistente día a día, tozudamente, mantiene su recuerdo hasta que se pierda en la noche de los tiempos. Es un viejo arbusto de cuatro pies, un “mengranero” o granado que se encuentra en la esquina oeste del muro que rodea el palacio.

Es una vieja historia que descubrí consecuencia del derribo de dicho espacio para que pudiera girar un camión articulado a la calle Chaminade desde Miguel Servet. Este vehículo articulado portaba una enorme viga procedente de una fábrica francesa: su desino un nuevo cobertizo que se iba a elevar en el patio del colegio Bajo Aragón. Corría el año  1993.

Por aquel entonces disfrutando de un café con el administrador de los marianistas, Isidoro Armentía, y unos cuantos miembros mayores de su comunidad, el tema de conversación era el famoso “mengranero”. No entendía el enconado interés en protegerlo por parte de los marianistas: que si no daba el giro del camión, que si el muro había que tirarlo ladrillo a ladrillo antes de recolocarlo otra vez, que si trasplantarlo, que si no lo resistiría…

Ante tal conversación les pedí que me explicaran el porqué de dicha atención. Dos de ellos, D. Jesús Saez y D. José Luis Otaño, me lo narraron detalladamente puesto que conocían su origen y vicisitudes: 

El Palacio de los Larrinaga estaba proyectado de una manera por el arquitecto turiasonense Félix Navarro, pero este arquitecto se vio obligado a modificarlo casi al finalizar la obra, incluso tras su fallecimiento hubo que hacer reformas. Poseía una valla, que actualmente da a Miguel Servet, y que llegaba hasta el comienzo de la actual calle P. Chaminade con la actual plaza de los jardines de Montemolín.  A su alrededor eran tierras de labor de la finca que acababan en el terraplén de la acequia de la Filla.

El palacio estuvo vigilado, desde prácticamente que se pudo habitar e incluso durante el parón de obras de los años 20, por un matrimonio conocido del pueblo de  Asunción Clavero (Albalate del Arzobispo), esta familia albalatina  se encargaba del mantenimiento de los jardines y de la casa. Asunción Clavero había pedido que se construyeran  jardines a la entrada plantando rosales y frutales traídos de su pueblo que le recordaban su niñez. Así lo hicieron y este espacio fue muy valorado por Dña. Asunción en las pocas visitas que hizo a Zaragoza, de hecho, la mujer del armador no llegó a disfrutarlos plenamente en su retiro por su muerte en 1939. No obstante, sus ojos no llegaron a ver que durante el conflicto civil, el palacio fue un cuartel militar y el jardín fue pasto de vehículos que entraban, salían o aparcaban en su interior, salvándose solo los frutales , hiedras y rosales cercanos a la valla de Miguel Servet.

Tras la venta del palacio a Joaquín Guiral, el matrimonio siguió en nómina de GIESA hasta su retiro poco antes de la compra del palacio por parte de los marianistas, no obstante, la mujer siguió un breve espacio de tiempo limpiando en el palacio durante los primeros años de colegio, siendo muy apreciada por los marianistas, vivió en la calle Belchite del barrio, (ya viuda) hasta su fallecimiento muy anciana, a finales de los años sesenta.

Desde los años 20 el jardín del palacio compartió el terreno con los campos de labor que lindaban con éste. Cuando en 1942 Joaquín Guiral compra y parcela toda la zona, establece las oficinas en el palacio mientras se construye la fábrica en los campos anexos, el nuevo edificio industrial concluido en 1945, iba a cubrir todas las necesidades de la fábrica, el palacio no le era necesario. Por aquella época los marianistas ya llevaban tiempo buscando un terreno o edificio donde establecerse en Zaragoza, ciudad muy importante desde su fundación en Francia en 1817.  Ante la venta del palacio por parte de la Sociedad de Guiral, la Compañía de María no dudó en comprar este edificio y algún terreno parcelado para un nuevo colegio.

En las negociaciones de compra del palacio y terrenos a Joaquín Guiral para la ubicación del centro escolar, los metros pactados entre ambas partes, no contemplaban una calle proyectada que separaba la parcela 5 del palacio con la fábrica del señor Guiral (GIESA). Pero al manifestar el interés por parte de los marianistas de adquirir también la parcela 13, (que era la trasera hasta la Cilla), Guiral les propuso construir esta calle de separación, (la actual Padre Chaminade), a cambio de una mejora en el precio de los terrenos traseros del palacio. Esta propuesta fue aceptada por la congregación comprando los dos polígonos en 1946, aunque la calle pactada no se acabó de construir acabando abruptamente poco más allá de la esquina con la calle San Joaquín.

Había pues que modificar la valla del palacio de Miguel Servet y parte del viejo jardín lleno de enredaderas, arbustos y rosales que se conservaba todavía de la voluntad de Asunción Clavero. Se construyó un muro de ladrillo de más de 120 metros limitando la nueva calle y perimetrando el colegio de Santa María del Pilar. Aunque sin ninguna intención se conservaron estas plantas y arbustos del viejo jardín de pura casualidad.

Tras el primer curso en el palacio, los marianistas no tenían claro la idoneidad del colegio en la zona a pesar de su decidida compra, (en aquel momento todos los colegios religiosos estaban en pleno casco urbano de Zaragoza, Santa María estaba retirado a las afueras en Montemolín y obligaba a coger tranvía a sus alumnos),  de hecho, estuvieron mirando durante un par de años la posibilidad de cambiar el colegio a otro lugar, esta circunstancia hizo que los primeros años de existencia del centro escolar no se planteara ningún uso concreto de la parte delantera del Palacio hasta la calle Miguel Servet, dejando ese espacio para recreo mientras el colegio crecía.

Cuando en 1953 se plantea la participación y promoción del colegio en los actos del dogma de la Inmaculada que se celebraran al año siguiente en Zaragoza, se vuelve a mirar el espacio de entrada al palacio colocando justamente en el centro, una gran estatua de la Inmaculada rodeada de jardines, los recreos se dirigen a la parte trasera del palacio que se está rellenado de escombro con tierra, y al parquin de la GIESA  que se les cede mientras se construye la parte posterior.

Pero volvamos al café con la comunidad, los marianistas de los años 50 son conocedores de la historia del jardín de Dña. Asunción Clavero, solo quedaban de aquel lugar un manzano silvestre, un mengranero y dos membrilleros de los que se habían sido originariamente traídos desde Albalate. En el nuevo proyecto ajardinado de la entrada, los marianistas deciden mantenerlos y que los nuevos elementos decorativos que van a formar el jardín de entrada tengan un significado o valor simbólico. Pero esta bonita idea pronto choca con la realidad, la explanación de la zona hace que en un descuido, se arranquen estos arbustos, excepto uno que casi lo logran aunque ya lo habían podado desde el pie para realizar esta labor. El disgusto de la familia albalatina que había cuidado la casa y jardín, y de los mismos marianistas fue grande, el proyectista no había avisado a los obreros de la intención de conservarlos.

Siguiendo con lo previsto, el nuevo jardín se diseña con dos medias circunferencias de césped y con dos abetos a cada lado, pero  la zona de la valla y muro se deja yerma en espera que hacer con ella, y he aquí el milagro. En la zona oeste de la valla, nacen dos chitos que enseguida descubren su procedencia, uno, del membrillero talado en la valla cercano a la puerta de entrada, y el segundo, de un mengranero que nace del suelo en el mismo lugar donde se encontraba anteriormente el otro arrancado, la desidia e ignorancia no provocó la muerte de estos arbustos. Durante años fueron cuidados y mimados por generaciones de marianistas y novicios que muchas veces desconocían  su historia: los únicos elementos vivos que unía el presente con el pasado de la esposa de Larrinaga, Asunción Clavero.

La viga doblegó el muro que los protegía durante el año 1993, pero no así estos arbustos que se encargaron los marianistas en preservar: No sé exactamente cuándo pero el manzano silvestre y el membrillero desaparecieron  estando ya el palacio en manos de Ibercaja, pero hoy todavía se conserva el viejo mengranero de Albalate, muy poca gente sabe que fue plantado por orden expresa de  Dña. Asunción, y que año tras año da sus frutos sin importarle quien es su dueño. Este “mengranero” es parte de la historia viva del palacio de Larrinaga y de Montemolín que todavía,  hoy en día, podemos admirarlo aunque sea por encima de la valla del palacio.