CENTENARIO DE LA IMAGEN DE NTRA SRA DE LOS DOLORES , DEL BARRIO DE MONTEMOLIN
LA IDENTIDAD RELIGIOSA DE MONTEMOLÍN
EN EL CENTENARIO DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES. 1922-2022
1. Los comienzos, una parroquia lejana y un poblamiento dividido.
Es difícil comprender el desarrollo urbano de un barrio sin entender que son las personas los
protagonistas que lo conforman. Pasar de las huertas campos y solares casi vacíos de
población a vivir en nuevas torres o en una nueva calle, hizo que los habitantes del recién
nacido Montemolín, crearan relaciones sociales que se intensificaron en esta nueva periferia
urbana.
La dimensión festiva la marcaba el calendario religioso de la ciudad como San Valero o el Pilar,
pero también con celebraciones propias de carácter más local en los barrios. Este es el origen
de muchas fiestas populares que disfrutamos en las ciudades y barrios como el nuestro.
El paulatino poblamiento del este de la ciudad desde comienzos del siglo XIX con el desarrollo
de los riegos del Canal Imperial, provocó que esta amplia zona de la Plana de Zaragoza tuviera
un poblamiento disperso de difícil identidad en sus fiestas y costumbres. En principio las
celebraciones rurales del barrio estaban unidas a las festividades del calendario agrícola y
ganadero, especialmente de las más cercanas y tradicionales de la Cartuja Baja y del camino de
San Antonio, (ligada a la almenara de su nombre en el Canal Imperial). Por tradición oral
conocemos las festividades de San Antón con hogueras en el entorno de la Media Legua,
Camino de Enmedio y de San Antonio.
El desarrollo urbano de la periferia zaragozana desde mediados del siglo XIX, supuso que las
nuevas zonas urbanas fueran asumidas por las parroquias más cercanas a estas áreas de
expansión, de esta manera, el nuevo Montemolín estaba unido a la Parroquia de San Miguel
de los Navarros. Nuevos bloques de edificios surgieron tras los lavaderos de la Huerva y de su
nuevo puente en la carretera del Bajo Aragón, (que a partir de 1904 se le denominará Miguel
Servet). No obstante, y en virtud a las antiguas demarcaciones, el límite parroquial de San
Miguel llegaba hasta la misma Cartuja (dependiente desde la desamortización de Mendizábal
en 1835), será en 1903 cuando se segreguen las dos parroquias delimitando sus límites en el
Escurridero. Esta división parroquial se basaba en el área de actuación de policía rural de 1872
y en las ordenanzas del sindicato de riegos de Miraflores. A pesar de esta limitación en un área
tan extensa, la lejanía de la parroquia de San Miguel era notoria, especialmente de la zona
periurbana del Barranco de la Muerte, de diseminados de Enmedio y Media Legua.
Por otro lado, a principios del siglo XX, se produce la ampliación urbana por Miguel Servet,
(Carretera del Bajo Aragón), en la zona del nuevo matadero en su recorrido hacia la estación
de Cappa, (actual Utrillas). En este momento la atención religiosa de los nuevos
montemolineros se ofrecerá esporádicamente en la capilla de las Hermanitas de los Ancianos
Desamparados de San José, ubicada en el camino del mismo nombre y cuyas instalaciones se
habían inaugurado en 1882, aunque al ser una obra benéfica, los sacerdotes de San Miguel no
podían atender en este lugar como en su propia parroquia.
A comienzos de siglo la atención religiosa del barrio (comuniones, bodas, misas y demás
servicios religiosos) se concentraron en la Parroquia titular de San Miguel, pero los funerales,
todos con el cuerpo presente, se veían obligados a realizarlos en las capillas del cementerio de
la Cartuja, (lugar donde se habilitaría una pequeña vivienda para un sacerdote en la Media
Legua), y en el convento de las Hermanitas en San José (hacia el cementerio de Torrero). Esta
dispersión no favorecía las iniciativas populares y celebraciones de carácter festivo de los días
feriados en el barrio.
2. Torre Ramona y la iniciativa popular montemolinera.
En 1901 el benefactor de la ciudad, el indiano Francisco Andrés Oliván, donó a la ciudad la
antigua “Torre de Guallart o de Gallarta” y terrenos aledaños. Unos años atrás los había
comprado para el disfrute de su anciana madre, (de influyente familia del Pirineo aragonés),
Dña Ramona Oliván Borruel; su hijo construyó una nueva edificación y ajardinó sus terrenos
llamándole “Torre Ramona” en su honor. Situada en los terrenos bajos del barrio de
Montemolín, en el camino de la Filla y comienzo del camino del Tejar, eran 13 hectáreas no
inundables por el Ebro, que eran regados por las acequias de la Reja y de la Filla.
La donación de Oliván a la ciudad tenía condiciones y cargas. Estos terrenos estaban obligados
a un destino educativo o social para la ciudad de Zaragoza que se concretó en un proyecto de
un nuevo hospital y hospicio. Receptados estos terrenos por el Estado y de aquí a la Diputación
Provincial, fueron desde 1905 unas escuelas de agricultura para niños pobres y del hospicio,
posteriormente también de algún que otro intento especulativo, pero infructuoso, de venta a
beneficio de las arcas públicas a lo que se opuso el indiano benefactor; posteriormente en
1912 se usó como hospital para enfermos mentales: “Manicomio de alienados distinguidos de
Nuestra Señora del Pilar” aunque su función estaba perfectamente cubierta con el Hospital de
Gracia de la ciudad.
La Diputación Provincial de Zaragoza, constatando la necesidad más apremiante de un
reformatorio para la atención de niños y jóvenes condenados por delitos que compartían sus
condenas con presos adultos, plantea que Torre Ramona sea un centro para la reeducación e
inserción de estos jóvenes. Gracias a una exitosa campaña y suscripción popular en Zaragoza
para este fin, se remodeló la Torre Ramona a cargo del arquitecto Regino Borobio en 1917 que
se denominará,” Casa Tutelar del Buen Pastor”, en esta intervención la torre se amplió con un
edificio anexo, una remodelación del jardín, y la construcción de una capilla neomudéjar que
ocupara los bajos de la vieja edificación, por otro lado se amuebló y dotó de medios para
garantizar su cometido.
El presidente del tribunal de justicia, era el catedrático de Derecho D. Inocencio Jiménez
Vicente, ilustre zaragozano de origen humilde, y con ideas renovadoras sobre el trato a los
condenados y sus condiciones. Jiménez había sido el promotor de esta idea, pero tras la
dificultad de su gestión y organización, el patronato llamó a los Terciarios Capuchinos de la
Virgen de los Dolores para su administración y gobierno.
Esta congregación estaba especializada en el trabajo con jóvenes delincuentes, tenía buenas
referencias de su labor en otras provincias españolas a pesar de su corta vida, (fundada por
Luis Amigó y Ferrer en 1889). Los Capuchinos Terciarios rompían con los viejos preceptos de la
dureza, orden y disciplina que se habían generalizado en las cárceles y en los pocos
reformatorios anteriores que existían. Planteaban una inserción social desde la educación y el
cariño a los chavales recogidos, aprender oficios e “integrarlos en la sociedad para su
felicidad”. El propio Inocencio Jiménez habla así de la propuesta del reformatorio en Torre
Ramona que les hace a la Congregación:
«La consideración de cómo debe ser el edificio del Reformatorio plantea la cuestión que puede
expresarse por la oposición de estas dos palabras: “urbanismo y ruralismo. Puede decirse que
el Reformatorio es una casa en el campo; el de Zaragoza no está alejado de la ciudad, está
materialmente cerca de ella, pero en zona rural que difícilmente será invadida por la expansión
urbana. Conformes todos en que el Reformatorio debe ser una casa en el campo, no aparece
tan claro que debe ser una casa de campo. (…) mejorar la naturaleza por el hombre, y el
hombre por la naturaleza».
El Patronato del Reformatorio apostaba por el tipo familiar pero no populoso, integrado en el
lugar donde se les acogía y los Capuchinos Terciarios encajaban perfectamente en esta
propuesta.
Por aquel entonces esta zona desarrollada urbanísticamente era conocido como “Barrio de
Utrillas”, dentro de lo que era el barrio de Montemolín. Las calles de Higuera y de Belchite ya
estaban habitadas y se cerraban con la calle del Sol; eran bloques de viviendas populosas
donde se alternaban solares, fábricas y talleres. Los vecinos provenían del mundo rural,
especialmente de los pueblos del Bajo Aragón acercados por la cercana estación ferroviaria.
Población muy joven y con muchos niños, enseguida se canalizó propuestas y demandas a
través de una “junta de gobierno”, (no alcaldía), con el que se canalizaban iniciativas de sus
vecinos. La petición para que esa capilla construida en Torre Ramona fuera un lugar para
celebraciones fue aceptada por los religiosos capuchinos que veían de este modo una
oportunidad para la integración social de los jóvenes en el nuevo barrio.
Y así sucedió, tras la llegada de la Congregación el 26 de abril de 1921, siendo su superior el
P.Bernardino de Atacuás, acogieron a los primeros jóvenes inmediatamente, realizando
labores de limpieza y apoyo al barrio hasta que se centraran en su formación.
La complicidad de los vecinos y de los frailes de Torre Ramona será total, a iniciativa de la
Junta de Gobierno del “Barrio de Utrillas”, se realiza una campaña económica popular con el
fin de comprar una imagen de la “Virgen de los Dolores” que presida la capilla de los
Capuchinos Terciarios de la Virgen de los Dolores, su advocación.
3. La Imagen de la Virgen de los Dolores.
En menos de un año, en 1922, se compró la imagen, (desconocemos su origen), aunque fue a
demanda, no encargada. Posiblemente por su formas y acabados pertenezcan a talleres
zaragozanos religiosos de la escuela de Carlos Palao o de los hermanos Albareda, la Virgen es
muy similar a otras imágenes conservadas en la provincia de la época.
La Virgen de los Dolores es una talla de madera compacta, no de ”vestir o candelero”, con los
brazos desmontables para vestir la figura con facilidad. Esta imagen asume la iconografía
propia de esta advocación, cubierta con una ropa negra de luto, muestra en su pecho el
corazón atravesado por siete puñales que simbolizan los siete dolores que debía padecer la
Virgen según las Escrituras. Estos son: circuncisión de Jesús, huida a Egipto, pérdida de Jesús
en el templo, encuentro de Jesús con su Madre camino del Calvario, la Crucifixión, la Entrega
de Cristo muerto en su regazo y, por último, la Sepultura de su Hijo.
La Corona es posterior, (tal y como sucedió con el ropaje original que debía tener la imagen
que se enriqueció posteriormente con galones y dorados), fue sufragada por dos familias del
barrio cuyo recuerdo está grabado en la misma corona: “Recuerdo de Valero León y Rosa
Sierra 15-9-1924”, estos donantes cambiaron la aureola de doce estrellas sencilla que tenía en
su origen por la lujosa corona actual que simboliza a la Virgen como Reina de los cielos. En
algunos momentos esta imagen tenía su mano derecha mostrando un rosario o pañuelo
(símbolo del dolor y de las lágrimas).
En la iconografía de la Virgen de los Dolores, dentro de las posibles representaciones de la
Virgen en los momentos de la Pasión de su hijo Jesús (Dolores, Soledad, Esperanza, Piedad,
Angustias, Amparo y Amargura), la Virgen se muestra en el momento final de abatimiento de
ver a su hijo muerto. Si bien no se exagera su sentimiento, (como sucede en las Dolorosas
barrocas), en este caso sigue la tradición neoclásica de interiorizar ese sufrimiento, mirando al
infinito, con la mirada perdida, la talla gira levemente la cabeza en cuyo rostro se nota la
exhalación del aire angustiada por el dolor. La posición de los brazos podía ser modificada al
ser móviles, a veces mostrando los brazos doblados en posición de súplica, pero
tradicionalmente se muestra con una mano en el corazón, y con la otra abierta en espera de
respuestas del momento doloroso de perder un hijo asesinado delante de sus ojos.
4. Las primeras fiestas del barrio y los “mayordomos”
La adquisición de esta imagen por parte de los vecinos hará que convierta a la Virgen de los
Dolores como patrona de Montemolín y receptora en su honor de las futuras fiestas del barrio.
Ya en 1923 aparecen documentadas fiestas de carácter religioso y popular que se celebran en
diversos lugares de Montemolín, celebraciones en honor a la Virgen de los Dolores el 15 de
septiembre, día de esta advocación mariana. Animados por los capuchinos terciarios y sus
chavales, se realizaron carreras pedestres, verbenas, juegos para niños, aunque lo más
destacado fue la procesión de los vecinos por las calles del barrio portando la imagen de la
Virgen, y la misa mayor posterior que se celebraría en la capilla de Torre Ramona dirigidas por
los sacerdotes capuchinos.
Dichas procesiones no tenían un recorrido fijo, transitaban la zona urbana de Montemolín
desde Torre Ramona, llegaban cada año a un lugar prefijado del barrio urbano: Frontón,
estación de Utrillas, cocheras, matadero, con el tiempo Larrinaga, etc… Las calles estrechas o
las avenidas reunían a los vecinos que acababan la fiesta con celebraciones familiares que
todavía se recuerdan.
Los vecinos no cedieron la imagen a la Congregación, su devoción fue una importante
referencia espiritual de los montemolineros. De hecho, la imagen presidía los principales actos
que se realizaban en la capilla de Torre Ramona, pero se guardaba en las casas de los
habitantes del barrio. Sin constituirse en Cofradía los devotos montemolineros, se organizaron
como una hermandad en la que el vecino que quería se podía llevar su imagen a su casa, eran
los mayordomos.
La tradición aragonesa de los mayordomos, indicaban que éstos tenían la obligación de cuidar
la imagen en su casa, pero también de dejar verla a los vecinos para su culto personal en su
propio domicilio, o simplemente para cuando se le pidiera llevarla donde fuera requerida para
un acto público. Ni que decir tiene que no todo el mundo tenía una vivienda, lo
suficientemente grande, para mantener esas condiciones que duraban de año en año tras cada
15 de septiembre, no obstante, cualquiera podía ser mayordomo, pero pocos vecinos tenían
espacio en sus casas para depositar la imagen en estas condiciones. Si había varios interesados
en ser mayordomos se realizaba un sorteo, aunque al final se organizaban un turno entre ellos.
No obstante, siguiendo la tradición religiosa popular, también había una pequeña capilla
domiciliaria de la Virgen de los Dolores, se establecía un turno anual de receptores
montemolineros que la querían acoger en sus domicilios pero también se llevaba a la casa de
un enfermo o moribundo del barrio.
Ante el importante desarrollo que tenía Montemolín, en 1942 se eligió una nueva parroquia
segregada de la lejana de San Miguel de los Navarros, la parroquia de San Vicente Mártir.
Como no tenía todavía templo se le asignó como espacio parroquial la capilla de las
“Hermanitas de los pobres” de San José, (todavía Montemolín). Pero la celebración giraba en
torno a la Virgen de los Dolores manteniéndose anualmente la fiesta en el barrio cada 15 de
septiembre. En 1956 los Capuchinos Terciarios abandonaron Torre Ramona por las nuevas
instalaciones del Reformatorio del Buen Pastor que se construyeron en el barrio de
Valdefierro, pero la devoción a la Virgen de los Dolores se mantuvo unos años, gracias a la
labor de los mayordomos, que conservaron la imagen en sus casas que no era otra cosa que
preservar la identidad de Montemolín.
5. Las parroquias del barrio y el centenario de la Virgen de los Dolores
El barrio crecía y cada vez había menos viviendas amplias capaces de albergar la Virgen y la
costumbre de los mayordomos. En 1960 se constituirá la Cofradía de
Nuestra Señora de los Dolores, en la parroquia de San Vicente Mártir. Uno de los motivos de
su creación era perseverar la tradición espiritual de los vecinos del barrio y tener la posesión
civil de su imagen. La Virgen se mantuvo cedida hasta 1970 en la capilla de Torre Ramona que
había cambiado de Congregación y de función por aquel entonces: Las hermanas de la “Pía
Unión de la Virgen del Pilar”, con un pequeño centro educativo para párvulos y cursos iniciales.
Con la remodelación de las parroquias de mediados de los años sesenta se van a replantear
nuevos lugares y organizaciones en toda Zaragoza que afectarían a nuestro barrio. En el año
1965, a petición del arzobispado se crea la Parroquia Santa Cruz en Montemolín en las
instalaciones y capilla del colegio de Marianistas en el Palacio de Larrinaga. Esta nueva
advocación fue propuesta por el obispado, la veneración de la nueva parroquia se debió a la
devoción de la Santa Cruz que tenían las hermanas del asilo de San José que lo propusieron, y
a que pocos años antes la vieja iglesia medieval de la Santa Cruz había perdido su condición de
parroquia.
Esta nueva Parroquia delimitará la parte más occidental del barrio, aglutinaba la zona
periurbana de las torres de los viejos caminos rurales y de la zona urbana que giraba en torno
a la plaza Utrillas. La celebración de su patronazgo, la Santa Cruz, es el día 14 de septiembre,
un día antes que la de la de la Virgen de los Dolores. Por esta razón las futuras fiestas de
Montemolín, a partir de 1968 y casi de una manera continua, se celebrarán durante estos dos
días, organizados por la parroquia y colegio marianista, en espacios del entorno a la plaza
Utrillas o en el mismo colegio, pero no se procesionó la talla por el barrio que se conservaba en
Torre Ramona.
En 1968 se erigirá canónicamente una nueva parroquia en Montemolín por petición popular
que se segregase del asilo y de San Vicente, (todavía sin construir), será la Parroquia de los
Dolores cuyo templo se inaugurará el 25 de julio de 1970. Ocupará la zona más oriental del
barrio y delimitará las recién nacidas parroquias que surgirán de los nuevos barrios de las
Fuentes y de San José.
El día anterior a la inauguración de la parroquia, la imagen de la Virgen de los Dolores se
trasladó a su nuevo templo con gran fervor popular y solemnidad, especialmente de los
montemolineros que desde chicos habían vivido esta veneración y que veían un lugar de culto
cercano y propio. La misma cofradía solicitó su cambio de sede en el nuevo templo lo que le
fue concedido el 7 de abril de 1971. Hoy en día la imagen se mantiene en el templo de Juana
de Ibarbourou, al igual que la cofradía que forma parte ya del recorrido de las Semanas Santas
del barrio.
Se cumplen cien años desde que los jóvenes vecinos de Montemolín en 1922, decidieran
venerar a la Virgen de los Dolores, imagen que fue adquirida por la aportación económica de
todos ellos. Los Capuchinos se fueron pero la imagen se quedó, es parte del Patrimonio
religioso y espiritual del barrio. Ante esta efeméride, el arzobispado de Zaragoza ha ofrecido
un Jubileo entre el 2 de febrero y el 8 de diciembre de este año.
Muchos pueden ser los símbolos del barrio: preciosos edificios y parques, calles emblemáticas,
plazas acogedoras, etc.… pero lo que cimienta los barrios es la conciencia ciudadana de
pertenencia. Este sentimiento puede ser por su vida familiar pasada, presente o futura, su
nueva vecindad y compromiso con su entorno, o simplemente porque así se quiere, pero hay
un aspecto afectivo que sigue ligado a muchos de nosotros y de nuestros recuerdos: la vivencia
espiritual e interior de los vecinos, sea cual sea nuestra identidad o creencia, que es vivir y
sentir Montemolín con el corazón a pesar de nuestras diferencias.
José Ignacio Sauca Modrego