CENTENARIO DE LA IMAGEN DE NTRA SRA DE LOS DOLORES , DEL BARRIO DE MONTEMOLIN

febrero 8, 2022 0 Por Javier

LA IDENTIDAD RELIGIOSA DE MONTEMOLÍN

EN EL CENTENARIO DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES. 1922-2022


Parroquia de Ntra Sra de los Dolores , Montemolin
Imagen de la Virgen en la actualidad

1. Los comienzos, una parroquia lejana y un poblamiento dividido.

Es difícil comprender el desarrollo urbano de un barrio sin entender que son las personas los

protagonistas que lo conforman. Pasar de las huertas campos y solares casi vacíos de

población a vivir en nuevas torres o en una nueva calle, hizo que los habitantes del recién

nacido Montemolín, crearan relaciones sociales que se intensificaron en esta nueva periferia

urbana.

La dimensión festiva la marcaba el calendario religioso de la ciudad como San Valero o el Pilar,

pero también con celebraciones propias de carácter más local en los barrios. Este es el origen

de muchas fiestas populares que disfrutamos en las ciudades y barrios como el nuestro.

El paulatino poblamiento del este de la ciudad desde comienzos del siglo XIX con el desarrollo

de los riegos del Canal Imperial, provocó que esta amplia zona de la Plana de Zaragoza tuviera

un poblamiento disperso de difícil identidad en sus fiestas y costumbres. En principio las

celebraciones rurales del barrio estaban unidas a las festividades del calendario agrícola y

ganadero, especialmente de las más cercanas y tradicionales de la Cartuja Baja y del camino de

San Antonio, (ligada a la almenara de su nombre en el Canal Imperial). Por tradición oral

conocemos las festividades de San Antón con hogueras en el entorno de la Media Legua,

Camino de Enmedio y de San Antonio.

El desarrollo urbano de la periferia zaragozana desde mediados del siglo XIX, supuso que las

nuevas zonas urbanas fueran asumidas por las parroquias más cercanas a estas áreas de

expansión, de esta manera, el nuevo Montemolín estaba unido a la Parroquia de San Miguel

de los Navarros. Nuevos bloques de edificios surgieron tras los lavaderos de la Huerva y de su

nuevo puente en la carretera del Bajo Aragón, (que a partir de 1904 se le denominará Miguel

Servet). No obstante, y en virtud a las antiguas demarcaciones, el límite parroquial de San

Miguel llegaba hasta la misma Cartuja (dependiente desde la desamortización de Mendizábal

en 1835), será en 1903 cuando se segreguen las dos parroquias delimitando sus límites en el

Escurridero. Esta división parroquial se basaba en el área de actuación de policía rural de 1872

y en las ordenanzas del sindicato de riegos de Miraflores. A pesar de esta limitación en un área

tan extensa, la lejanía de la parroquia de San Miguel era notoria, especialmente de la zona

periurbana del Barranco de la Muerte, de diseminados de Enmedio y Media Legua.

Por otro lado, a principios del siglo XX, se produce la ampliación urbana por Miguel Servet,

(Carretera del Bajo Aragón), en la zona del nuevo matadero en su recorrido hacia la estación

de Cappa, (actual Utrillas). En este momento la atención religiosa de los nuevos

montemolineros se ofrecerá esporádicamente en la capilla de las Hermanitas de los Ancianos

Desamparados de San José, ubicada en el camino del mismo nombre y cuyas instalaciones se

habían inaugurado en 1882, aunque al ser una obra benéfica, los sacerdotes de San Miguel no

podían atender en este lugar como en su propia parroquia.

A comienzos de siglo la atención religiosa del barrio (comuniones, bodas, misas y demás

servicios religiosos) se concentraron en la Parroquia titular de San Miguel, pero los funerales,

todos con el cuerpo presente, se veían obligados a realizarlos en las capillas del cementerio de

la Cartuja, (lugar donde se habilitaría una pequeña vivienda para un sacerdote en la Media

Legua), y en el convento de las Hermanitas en San José (hacia el cementerio de Torrero). Esta

dispersión no favorecía las iniciativas populares y celebraciones de carácter festivo de los días

feriados en el barrio.

2. Torre Ramona y la iniciativa popular montemolinera.

En 1901 el benefactor de la ciudad, el indiano Francisco Andrés Oliván, donó a la ciudad la

antigua “Torre de Guallart o de Gallarta” y terrenos aledaños. Unos años atrás los había

comprado para el disfrute de su anciana madre, (de influyente familia del Pirineo aragonés),

Dña Ramona Oliván Borruel; su hijo construyó una nueva edificación y ajardinó sus terrenos

llamándole “Torre Ramona” en su honor. Situada en los terrenos bajos del barrio de

Montemolín, en el camino de la Filla y comienzo del camino del Tejar, eran 13 hectáreas no

inundables por el Ebro, que eran regados por las acequias de la Reja y de la Filla.

La donación de Oliván a la ciudad tenía condiciones y cargas. Estos terrenos estaban obligados

a un destino educativo o social para la ciudad de Zaragoza que se concretó en un proyecto de

un nuevo hospital y hospicio. Receptados estos terrenos por el Estado y de aquí a la Diputación

Provincial, fueron desde 1905 unas escuelas de agricultura para niños pobres y del hospicio,

posteriormente también de algún que otro intento especulativo, pero infructuoso, de venta a

beneficio de las arcas públicas a lo que se opuso el indiano benefactor; posteriormente en

1912 se usó como hospital para enfermos mentales: “Manicomio de alienados distinguidos de

Nuestra Señora del Pilar” aunque su función estaba perfectamente cubierta con el Hospital de

Gracia de la ciudad.

La Diputación Provincial de Zaragoza, constatando la necesidad más apremiante de un

reformatorio para la atención de niños y jóvenes condenados por delitos que compartían sus

condenas con presos adultos, plantea que Torre Ramona sea un centro para la reeducación e

inserción de estos jóvenes. Gracias a una exitosa campaña y suscripción popular en Zaragoza

para este fin, se remodeló la Torre Ramona a cargo del arquitecto Regino Borobio en 1917 que

se denominará,” Casa Tutelar del Buen Pastor”, en esta intervención la torre se amplió con un

edificio anexo, una remodelación del jardín, y la construcción de una capilla neomudéjar que

ocupara los bajos de la vieja edificación, por otro lado se amuebló y dotó de medios para

garantizar su cometido.

El presidente del tribunal de justicia, era el catedrático de Derecho D. Inocencio Jiménez

Vicente, ilustre zaragozano de origen humilde, y con ideas renovadoras sobre el trato a los

condenados y sus condiciones. Jiménez había sido el promotor de esta idea, pero tras la

dificultad de su gestión y organización, el patronato llamó a los Terciarios Capuchinos de la

Virgen de los Dolores para su administración y gobierno.

Esta congregación estaba especializada en el trabajo con jóvenes delincuentes, tenía buenas

referencias de su labor en otras provincias españolas a pesar de su corta vida, (fundada por

Luis Amigó y Ferrer en 1889). Los Capuchinos Terciarios rompían con los viejos preceptos de la

dureza, orden y disciplina que se habían generalizado en las cárceles y en los pocos

reformatorios anteriores que existían. Planteaban una inserción social desde la educación y el

cariño a los chavales recogidos, aprender oficios e “integrarlos en la sociedad para su

felicidad”. El propio Inocencio Jiménez habla así de la propuesta del reformatorio en Torre

Ramona que les hace a la Congregación:

«La consideración de cómo debe ser el edificio del Reformatorio plantea la cuestión que puede

expresarse por la oposición de estas dos palabras: “urbanismo y ruralismo. Puede decirse que

el Reformatorio es una casa en el campo; el de Zaragoza no está alejado de la ciudad, está

materialmente cerca de ella, pero en zona rural que difícilmente será invadida por la expansión

urbana. Conformes todos en que el Reformatorio debe ser una casa en el campo, no aparece

tan claro que debe ser una casa de campo. (…) mejorar la naturaleza por el hombre, y el

hombre por la naturaleza».

El Patronato del Reformatorio apostaba por el tipo familiar pero no populoso, integrado en el

lugar donde se les acogía y los Capuchinos Terciarios encajaban perfectamente en esta

propuesta.

Por aquel entonces esta zona desarrollada urbanísticamente era conocido como “Barrio de

Utrillas”, dentro de lo que era el barrio de Montemolín. Las calles de Higuera y de Belchite ya

estaban habitadas y se cerraban con la calle del Sol; eran bloques de viviendas populosas

donde se alternaban solares, fábricas y talleres. Los vecinos provenían del mundo rural,

especialmente de los pueblos del Bajo Aragón acercados por la cercana estación ferroviaria.

Población muy joven y con muchos niños, enseguida se canalizó propuestas y demandas a

través de una “junta de gobierno”, (no alcaldía), con el que se canalizaban iniciativas de sus

vecinos. La petición para que esa capilla construida en Torre Ramona fuera un lugar para

celebraciones fue aceptada por los religiosos capuchinos que veían de este modo una

oportunidad para la integración social de los jóvenes en el nuevo barrio.

Y así sucedió, tras la llegada de la Congregación el 26 de abril de 1921, siendo su superior el

P.Bernardino de Atacuás, acogieron a los primeros jóvenes inmediatamente, realizando

labores de limpieza y apoyo al barrio hasta que se centraran en su formación.

La complicidad de los vecinos y de los frailes de Torre Ramona será total, a iniciativa de la

Junta de Gobierno del “Barrio de Utrillas”, se realiza una campaña económica popular con el

fin de comprar una imagen de la “Virgen de los Dolores” que presida la capilla de los

Capuchinos Terciarios de la Virgen de los Dolores, su advocación.

3. La Imagen de la Virgen de los Dolores.

En menos de un año, en 1922, se compró la imagen, (desconocemos su origen), aunque fue a

demanda, no encargada. Posiblemente por su formas y acabados pertenezcan a talleres

zaragozanos religiosos de la escuela de Carlos Palao o de los hermanos Albareda, la Virgen es

muy similar a otras imágenes conservadas en la provincia de la época.

La Virgen de los Dolores es una talla de madera compacta, no de ”vestir o candelero”, con los

brazos desmontables para vestir la figura con facilidad. Esta imagen asume la iconografía

propia de esta advocación, cubierta con una ropa negra de luto, muestra en su pecho el

corazón atravesado por siete puñales que simbolizan los siete dolores que debía padecer la

Virgen según las Escrituras. Estos son: circuncisión de Jesús, huida a Egipto, pérdida de Jesús

en el templo, encuentro de Jesús con su Madre camino del Calvario, la Crucifixión, la Entrega

de Cristo muerto en su regazo y, por último, la Sepultura de su Hijo.

La Corona es posterior, (tal y como sucedió con el ropaje original que debía tener la imagen

que se enriqueció posteriormente con galones y dorados), fue sufragada por dos familias del

barrio cuyo recuerdo está grabado en la misma corona: “Recuerdo de Valero León y Rosa

Sierra 15-9-1924”, estos donantes cambiaron la aureola de doce estrellas sencilla que tenía en

su origen por la lujosa corona actual que simboliza a la Virgen como Reina de los cielos. En

algunos momentos esta imagen tenía su mano derecha mostrando un rosario o pañuelo

(símbolo del dolor y de las lágrimas).

En la iconografía de la Virgen de los Dolores, dentro de las posibles representaciones de la

Virgen en los momentos de la Pasión de su hijo Jesús (Dolores, Soledad, Esperanza, Piedad,

Angustias, Amparo y Amargura), la Virgen se muestra en el momento final de abatimiento de

ver a su hijo muerto. Si bien no se exagera su sentimiento, (como sucede en las Dolorosas

barrocas), en este caso sigue la tradición neoclásica de interiorizar ese sufrimiento, mirando al

infinito, con la mirada perdida, la talla gira levemente la cabeza en cuyo rostro se nota la

exhalación del aire angustiada por el dolor. La posición de los brazos podía ser modificada al

ser móviles, a veces mostrando los brazos doblados en posición de súplica, pero

tradicionalmente se muestra con una mano en el corazón, y con la otra abierta en espera de

respuestas del momento doloroso de perder un hijo asesinado delante de sus ojos.

4. Las primeras fiestas del barrio y los “mayordomos”

La adquisición de esta imagen por parte de los vecinos hará que convierta a la Virgen de los

Dolores como patrona de Montemolín y receptora en su honor de las futuras fiestas del barrio.

Ya en 1923 aparecen documentadas fiestas de carácter religioso y popular que se celebran en

diversos lugares de Montemolín, celebraciones en honor a la Virgen de los Dolores el 15 de

septiembre, día de esta advocación mariana. Animados por los capuchinos terciarios y sus

chavales, se realizaron carreras pedestres, verbenas, juegos para niños, aunque lo más

destacado fue la procesión de los vecinos por las calles del barrio portando la imagen de la

Virgen, y la misa mayor posterior que se celebraría en la capilla de Torre Ramona dirigidas por

los sacerdotes capuchinos.

Dichas procesiones no tenían un recorrido fijo, transitaban la zona urbana de Montemolín

desde Torre Ramona, llegaban cada año a un lugar prefijado del barrio urbano: Frontón,

estación de Utrillas, cocheras, matadero, con el tiempo Larrinaga, etc… Las calles estrechas o

las avenidas reunían a los vecinos que acababan la fiesta con celebraciones familiares que

todavía se recuerdan.

Los vecinos no cedieron la imagen a la Congregación, su devoción fue una importante

referencia espiritual de los montemolineros. De hecho, la imagen presidía los principales actos

que se realizaban en la capilla de Torre Ramona, pero se guardaba en las casas de los

habitantes del barrio. Sin constituirse en Cofradía los devotos montemolineros, se organizaron

como una hermandad en la que el vecino que quería se podía llevar su imagen a su casa, eran

los mayordomos.

La tradición aragonesa de los mayordomos, indicaban que éstos tenían la obligación de cuidar

la imagen en su casa, pero también de dejar verla a los vecinos para su culto personal en su

propio domicilio, o simplemente para cuando se le pidiera llevarla donde fuera requerida para

un acto público. Ni que decir tiene que no todo el mundo tenía una vivienda, lo

suficientemente grande, para mantener esas condiciones que duraban de año en año tras cada

15 de septiembre, no obstante, cualquiera podía ser mayordomo, pero pocos vecinos tenían

espacio en sus casas para depositar la imagen en estas condiciones. Si había varios interesados

en ser mayordomos se realizaba un sorteo, aunque al final se organizaban un turno entre ellos.

No obstante, siguiendo la tradición religiosa popular, también había una pequeña capilla

domiciliaria de la Virgen de los Dolores, se establecía un turno anual de receptores

montemolineros que la querían acoger en sus domicilios pero también se llevaba a la casa de

un enfermo o moribundo del barrio.

Ante el importante desarrollo que tenía Montemolín, en 1942 se eligió una nueva parroquia

segregada de la lejana de San Miguel de los Navarros, la parroquia de San Vicente Mártir.

Como no tenía todavía templo se le asignó como espacio parroquial la capilla de las

“Hermanitas de los pobres” de San José, (todavía Montemolín). Pero la celebración giraba en

torno a la Virgen de los Dolores manteniéndose anualmente la fiesta en el barrio cada 15 de

septiembre. En 1956 los Capuchinos Terciarios abandonaron Torre Ramona por las nuevas

instalaciones del Reformatorio del Buen Pastor que se construyeron en el barrio de

Valdefierro, pero la devoción a la Virgen de los Dolores se mantuvo unos años, gracias a la

labor de los mayordomos, que conservaron la imagen en sus casas que no era otra cosa que

preservar la identidad de Montemolín.

5. Las parroquias del barrio y el centenario de la Virgen de los Dolores

El barrio crecía y cada vez había menos viviendas amplias capaces de albergar la Virgen y la

costumbre de los mayordomos. En 1960 se constituirá la Cofradía de

Nuestra Señora de los Dolores, en la parroquia de San Vicente Mártir. Uno de los motivos de

su creación era perseverar la tradición espiritual de los vecinos del barrio y tener la posesión

civil de su imagen. La Virgen se mantuvo cedida hasta 1970 en la capilla de Torre Ramona que

había cambiado de Congregación y de función por aquel entonces: Las hermanas de la “Pía

Unión de la Virgen del Pilar”, con un pequeño centro educativo para párvulos y cursos iniciales.

Con la remodelación de las parroquias de mediados de los años sesenta se van a replantear

nuevos lugares y organizaciones en toda Zaragoza que afectarían a nuestro barrio. En el año

1965, a petición del arzobispado se crea la Parroquia Santa Cruz en Montemolín en las

instalaciones y capilla del colegio de Marianistas en el Palacio de Larrinaga. Esta nueva

advocación fue propuesta por el obispado, la veneración de la nueva parroquia se debió a la

devoción de la Santa Cruz que tenían las hermanas del asilo de San José que lo propusieron, y

a que pocos años antes la vieja iglesia medieval de la Santa Cruz había perdido su condición de

parroquia.

Esta nueva Parroquia delimitará la parte más occidental del barrio, aglutinaba la zona

periurbana de las torres de los viejos caminos rurales y de la zona urbana que giraba en torno

a la plaza Utrillas. La celebración de su patronazgo, la Santa Cruz, es el día 14 de septiembre,

un día antes que la de la de la Virgen de los Dolores. Por esta razón las futuras fiestas de

Montemolín, a partir de 1968 y casi de una manera continua, se celebrarán durante estos dos

días, organizados por la parroquia y colegio marianista, en espacios del entorno a la plaza

Utrillas o en el mismo colegio, pero no se procesionó la talla por el barrio que se conservaba en

Torre Ramona.

En 1968 se erigirá canónicamente una nueva parroquia en Montemolín por petición popular

que se segregase del asilo y de San Vicente, (todavía sin construir), será la Parroquia de los

Dolores cuyo templo se inaugurará el 25 de julio de 1970. Ocupará la zona más oriental del

barrio y delimitará las recién nacidas parroquias que surgirán de los nuevos barrios de las

Fuentes y de San José.

El día anterior a la inauguración de la parroquia, la imagen de la Virgen de los Dolores se

trasladó a su nuevo templo con gran fervor popular y solemnidad, especialmente de los

montemolineros que desde chicos habían vivido esta veneración y que veían un lugar de culto

cercano y propio. La misma cofradía solicitó su cambio de sede en el nuevo templo lo que le

fue concedido el 7 de abril de 1971. Hoy en día la imagen se mantiene en el templo de Juana

de Ibarbourou, al igual que la cofradía que forma parte ya del recorrido de las Semanas Santas

del barrio.

Se cumplen cien años desde que los jóvenes vecinos de Montemolín en 1922, decidieran

venerar a la Virgen de los Dolores, imagen que fue adquirida por la aportación económica de

todos ellos. Los Capuchinos se fueron pero la imagen se quedó, es parte del Patrimonio

religioso y espiritual del barrio. Ante esta efeméride, el arzobispado de Zaragoza ha ofrecido

un Jubileo entre el 2 de febrero y el 8 de diciembre de este año.

Muchos pueden ser los símbolos del barrio: preciosos edificios y parques, calles emblemáticas,

plazas acogedoras, etc.… pero lo que cimienta los barrios es la conciencia ciudadana de

pertenencia. Este sentimiento puede ser por su vida familiar pasada, presente o futura, su

nueva vecindad y compromiso con su entorno, o simplemente porque así se quiere, pero hay

un aspecto afectivo que sigue ligado a muchos de nosotros y de nuestros recuerdos: la vivencia

espiritual e interior de los vecinos, sea cual sea nuestra identidad o creencia, que es vivir y

sentir Montemolín con el corazón a pesar de nuestras diferencias.

José Ignacio Sauca Modrego